Las matemáticas siempre se han visto como una útil herramienta para realizar diversos cálculos. Sin embargo, el espíritu de creatividad, libertad, espontaneidad, crítica y orden propio de las matemáticas es uno de sus atributos más importantes. En este espíritu estriba su valor formativo más profundo: la actividad matemática como una peculiar fusión de reconocimiento y construcción de argumentos; contribución que va mucho más allá de la mera utilidad práctica o la vana memorización de algoritmos.
Para dejar de ver a las matemáticas como una forma de hacer y empezarlas a reconocer como una forma de pensar, es necesario comenzar a desarrollar algunas habilidades inherentes al pensamiento matemático. Ésta es la intención del proyecto colaborativo que en esta ocasión les proponemos.
Algunas de las habilidades a las que nos referimos son:
Sensibilización: reconocer el reto central de una tarea, así como las dificultades asociadas a ella.
Flujo de ideas: proponer la reflexión y la elaboración de distintas ideas, hipótesis e inclusive teorías.
Construcción de ideas: formular una idea, desarrollarla y contextualizarla para hacer uso de ella.
Variedad y flexibilidad: vislumbrar el abanico de retos, posibilidades y opiniones que podemos tener.
Verbalización: explicar en voz alta los procesos llevados a cabo para entender cómo ha construido una estrategia, y visualizar y enmendar los posibles errores.
Reciprocidad: compartir los puntos de vista con los demás es tan importante como lo es estar abiertos a escuchar otras opiniones.
Redefinición: permitir la posibilidad de ver un escenario desde un punto de vista completamente diferente al habitual.
Defensa: desarrollar, poco a poco, la capacidad de sustentar y defender las ideas.