Por fin un crítico sagaz reveló
(ya sabía yo que iban a descubrirlo)
que en mis cuentos soy parcial
y tangencialmente me exhorta
a que asuma la neutralidad
como cualquier intelectual que se respete

creo que tiene razón
soy parcial
de esto no cabe duda
más aún yo diría que un parcial irrescatable
caso perdido en fin

Soy un caso perdido

El lenguaje es un reto al infinito. Una palabra se acomoda junta a otra y resignifican el mundo y el milagro de la comunicación. Los escritores lo saben y hallan en sus manuscritos el conjuro de los duelos; alguna forma de exorcizar la rabia y otra, acaso, de consumar fantasías, deseos y amores próximos o lejanos. Los escritores, si no lo saben, lo intuyen: un presagio les recorre el cuerpo y les anuncia en una suerte de temblor luminoso, que lo que crean por medio de la palabra son como botellas arrojadas al mar de la eternidad y que los lectores, como los buenos textos, son permanentes. Y no es que los poetas aspiren a la inmortalidad. Nada de eso. El anhelo que hay detrás de un texto es sólo comunicar, hacerse más humano, compartir ese aire que respiramos trece veces por minuto con nuestro contiguo prójimo.

Por ello podemos leer y disfrutar obras escritas hace muchos años (acaso cientos de miles), porque lo humano es la esencia del ser y del estar en el mundo. Textos hay de todos tonos y colores. Narradores, poetas, ensayistas abundan en el terreno de la existencia; pero no valdría la pena preguntarse: ¿Qué es lo que tiende un lazo emocional entre un lector y un autor? ¿Cómo se logra ese navegar conjunto? Algo así como sentir que ese autor es un cómplice de lo que soñamos y también de lo que detestamos; que dice, de manera sorprendente, lo que nosotros apenas y podemos vislumbrar. Algo así nos pasa a quienes hacemos este proyecto colaborativo con los textos de Mario Benedetti. Nos conmueve su sencillez (que nunca demerita la profundidad de las sensaciones), nos deleita su ironía; nos consuela su desahogo y nos deja encausar nuestra rabia contra la injusticia, el imperialismo y la guerra. Sentimos que su voz se torna parte de la médula de nuestros huesos, y cerramos los ojos para recrearnos con sus textos; incluso con aquellos que nos duelen.

Por estas y muchas más razones, porque nos preguntamos con Benedetti ¿qué les queda a los jóvenes?, porque estamos consternadas y rabiosas con los asesinatos y los abusos; porque no pedimos papeles grises para amar y porque sentimos que un hilo parecido al recuerdo de un momento de esplendor, recorre nuestra piel cuando lo leemos o lo escuchamos; porque admiramos la congruencia entre su escritura y su trayectoria, dedicamos esta emisión de Éntrale a leer, a un narrador, poeta y ser humano que consideramos extraordinario, a quien nos dirigimos, en complicidad con ustedes, como a un amigo: nuestro Querido Mario.

mbenedetti@ilce.edu.mx El otoņo recorre las islas 



DISEÑO: LAURA ROJAS PAREDES