“Yo no sé ni mandar en mi casa, ¿se imagina yo de Presidenta? Soy desorganizada, todo pierdo, siempre me estoy tropezando en la calle ¿se imagina qué Presidenta sería?”

''La literatura testimonial hace visible a la sociedad e informa acerca de lo que no sabíamos o de aquello que nos negábamos a saber. No hay literatura testimonial sobre la riqueza, porque los magnates siempre tienen un escritor fantasma o un amanuense a quien dictarle su autobiografía. La historia oral está relacionada con la pobreza porque es fundamentalmente una denuncia y una acusación”.

“Si todas las personas que leen consiguieran que al menos otra leyera, nuestra realidad cultural sería diferente. Eso, sumado a la acción de los maestros y los padres de familia”.

“A lo largo de la historia creo que sólo ha habido 13 días sin guerra en el mundo, según especialistas que hicieron el cómputo de las guerras entre los hombres de la Tierra. Se han encontrado cuchillos primitivos en cuevas milenarias que son prueba de la agresividad del hombre. Pero también ha habido grandes ganadores de la paz, como fue Martin Luther King, y ganadores del premio Nobel que jamás debieron obtenerlo, como Henry Kissinger. Nosotros somos quienes fraguamos nuestro propio genocidio, no hay peor enemigo del hombre que el hombre mismo. En América Latina tuvimos un premio Nobel de la Paz, Alfonso García Robles, que logró la desnuclearización de América Latina, lo que fue un beneficio enorme para nuestro continente, pero eso no quiere decir que no nos vaya a alcanzar la locura de los otros”.

“Es terrible que se quiera atacar a Irak y la actitud bélica con la que se ha pretendido resolver el problema del 11 de septiembre. Ojalá las mujeres del mundo, quienes damos la vida, nos uniéramos contra la carrera armamentista. Coincido con García Márquez en su desesperación, tal parece que en lugar de futuro nos estamos forjando un infierno. Aun así, siempre he sido una mujer de esperanza”.

“Creo que soy una mezcla de todos mis personajes porque finalmente no creo que me parezca ni a Tina Modotti o a Jesusa Palancares, pero sí creo que quisiera parecerme a ellas. Las admiro muchísimo”.

Al recibir en 2001 el premio Alfaguara por su novela La piel del cielo

“El recibir hoy este premio me recuerda una anécdota de Rosario Castellanos, que cuenta que una vez en Chiapas vio a un hombre que iba sentado en un burro con su haz de leña de frente, y atrás su mujer a pie, doblada bajo el peso de un haz de leña inmenso. Entonces Rosario, con gran inocencia, le preguntó: ‘Bueno, pero ¿por qué tu vas montado en un burro y ella va a pie, detrás de ti? Y él le contesto: Pues porque ella no tiene burro'. Alfaguara al darme este premio realmente lo que me ha dado es un burro y darle un burro a una Poni , como me llaman, es algo muy peligroso".

''La literatura testimonial nace de todos los días, de la voz y el relato, de los campesinos que se reúnen alrededor del fuego, de la memoria colectiva que hace visibles hechos ocultos a la sociedad. Los que no tienen voz son los que tienen la voz más poderosa, por desconocida”.

“Nunca soñé, cuando empecé a ser reportera (nada menos que de "Sociales" en Excélsior, en 1953), que mis maestros serían don Alfonso Reyes, Carlos Pellicer, Luis Buñuel, Julio Torri y Octavio Paz, el más joven de todos. No sólo aceptaron que los entrevistara sino que su generosidad fue más allá. Me dieron su amistad. El agradecimiento que siento por ello es el bagaje que me acompañará hasta el día de mi muerte”.

“A mí, el oficio periodístico me ayuda para todo. Pero también pienso siempre que necesito investigar, y a veces no se necesita investigar, a veces tanta investigación mata al cuento porque se meten demasiados detalles, mucha información. Entonces disfruto mucho escribir cuentos, porque me fascina cortar. Disfruto mucho seleccionar un párrafo, oprimir esa tecla que lo hace desaparecer. Escribo tanto, tanto, que no me da nada de miedo borrar. Cuando era periodista en El Día, una vez nos hicieron una crítica acerca de nuestra manera de escribir. A mí me colocaron un papel de baño, desenrollado, que iba de mi lugar hasta la puerta de la calle, y me dijeron: ''Así son sus artículos".

“Siempre es más fácil la relación con los niños, porque a los niños no les tiene uno miedo y son muy pacientes, muy abiertos. Pero, con el transcurso del tiempo, uno escribe para una comunidad espiritual, para gente con la que se sabe que hay afinidad. Pueden ser cinco o seis personas. A raíz de La noche de Tlatelolco empecé a pensar que mis lectores son los muchachos y muchachas que veo en las conferencias.”

Conferencia grabada por Luis Antonio Galindo


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