Mirada que escudriña, sorprende, capta, registra y teje en cada parpadeo es, sin duda, la de Elena Poniatowska. Mujer que donde pone el ojo pone la bala pero también el bordado fino e inteligente de una interpretación valiente y vibrante, objetiva y, sin embargo, cargada de emoción, con la pupila y la pluma a flor de piel.

Acaso el destino deparó que México tuviera una escritora de esa dimensión; puesto que aunque nacida en París y descendiente de la nobleza, Elena nada tiene que ver con la aristocracia, salvo su garbo y buen trato; por lo demás, se trata de una mujer con muchas mujeres dentro: las madres cuyos hijos han desaparecido, las costureras, las escritoras, las marías, las inmigrantes, las artistas… Elena es la fusión de la sagacidad de la periodista, la intuición de la mujer y la fuerza de la conciencia colectiva.



Voz que conjunta todas las voces femeninas y masculinas; oído atento a discursos que desenmaraña y a pregones que conmueven; pluma dispuesta a la denuncia y a la ternura, que es capaz de hacer un entramado entre verdades públicas y privadas; trabajo que tiene la precisión de un lente perfecto sin descuidar el delgado hilo de lo apenas perceptible, el asomo de una lágrima, la cicatriz oculta de un maltrato; vista panorámica y microscópica que mira y traduce por todos los que no pueden o no quieren mirar, por todos los amordazados y por algunos avergonzados; voz, vocación, oficio y pluma que construye día a día nuestra memoria colectiva.

En esta emisión de Éntrale a leer vamos a sumergirnos en una parte del universo de esta gran mujer que se ha tomado por tarea testificar lo que no debe ni puede olvidarse, lo que se dice a boca de jarro con inteligencia y sensibilidad, con oficio de cronista y artificio de narradora; un fragmento del brillante y brioso universo de Elena Poniatowska.

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El otoño recorre las islas