Mirada que escudriña, sorprende, capta, registra y teje en cada parpadeo es, sin duda, la de Elena Poniatowska. Mujer que donde pone el ojo pone la bala pero también el bordado fino e inteligente de una interpretación valiente y vibrante, objetiva y, sin embargo, cargada de emoción, con la pupila y la pluma a flor de piel.
Acaso el destino deparó que México tuviera una escritora de esa dimensión; puesto que aunque nacida en París y descendiente de la nobleza, Elena nada tiene que ver con la aristocracia, salvo su garbo y buen trato; por lo demás, se trata de una mujer con muchas mujeres dentro: las madres cuyos hijos han desaparecido, las costureras, las escritoras, las marías, las inmigrantes, las artistas… Elena es la fusión de la sagacidad de la periodista, la intuición de la mujer y la fuerza de la conciencia colectiva.