“Sin abandonar nunca su juego de fingido asombro ante la excentricidad que se cree lógica o la lógica que se cree excéntrica, Elena fue ganando gravedad junto a la gracia. Sus retratos de mujeres famosas e infames, anónimas y estelares, fueron creando una gran galería biográfica del ser femenino en México... Elena ha contribuido como pocos escritores a darle a la mujer papel central, pero no sacramental, en nuestra sociedad”.

“Elena Poniatowska se dio a conocer como uno de los mejores periodistas de México y un poco después como autora de intensos cuentos y originales novelas, mundos regidos por un humor y una fantasía que vuelven indecisas las fronteras entre lo cotidiano y lo insólito”.


“En Elena Poniatowska se conjugan muchos valores: elegancia, música verbal su facultad, de darle sonido a un lenguaje es inigualable, la capacidad de traducir su visión, todo esto aunado a otro rasgo admirable: su valor civil”.

“Las páginas de sus libros son como estar oyéndola platicar. En buena medida a Elena Poniatowska le debemos ese emparejamiento entre el español que se usa en los libros y el español que se habla en la calle, su literatura nos ha enseñado que es posible escribir como se habla”.

“Elena Poniatowska impone con relativa facilidad su estilo de entrevistadora. Sabe describir, usa metáforas seductoras y ágiles, lanza preguntas desarmantes y convierte las entrevistas en su universidad”.

“Elena Poniatowska se ha vuelto referencia indispensable del feminismo mexicano: en su obra introduce el reconocimiento y la valoración entre mujeres, y reivindica el amor propio de las mujeres; amor propio como inspiración ética que funda un sujeto responsable de sí mismo”.

“Elena ha cumplido con las leyes del tiempo, está hecha para cobrarle a la vida el lujo que antes le había quitado; vuelve a ser la niña mimada, pero ahora con conocimiento de causa. Toma conciencia de sí misma; recoge sus palabras, trata de ordenarlas, se comporta como una escritora alcanzable y a la vez inalcanzable, camina con la bandera de La Gioconda. No se sabe si va o viene, si está bien o mal, si está o no saboreando el triunfo.


“Pero su mayor logro literario, en mi opinión, fue que enseñó a la literatura mexicana a sonreír. Admiro su sonrisa en los primeros libros. Y creo que sin ella, sin esa vocación de optimismo y alegría, sin su vuelo de hada, no habría logrado sus libros sobre asuntos oscuros. Elena siempre sonríe. En claroscuros, en sus libros lóbregos”.

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