A continuación, y como muestra de la perdurabilidad de este género, citamos un ejemplo de René Avilés Fabila, escritor mexicano contemporáneo:

 

 

“La serpiente alada”

 La serpiente con ala, que habita en zonas boscosas, no es más que un modesto pariente del malvado dragón que tanto preocupó a los caballeros medievales. La pobre, por ello, tiene como todos los reptantes pésima fama, a la que debemos añadir el arrepentimiento por los males que su antepasado provocó. Vive atormentada, de tal modo que ocupa la mayor parte del tiempo buscando un san Jorge que la mate y le impida el sufrimiento moral”.

Como mencionamos antes, los textos breves requieren de la complicidad del lector, por lo tanto, se da por hecho que quien lea el mini cuento anterior, sabrá que existe una leyenda medieval importante en la que san Jorge mata a un dragón.

 

Los miércoles hay boletos al dos por uno: sólo se permite la entrada a siameses.

 

Ahora bien, para quien gusta de los textos breves con un toque filosófico existe una gran oferta de textos, como las máximas y proverbios a los que, de modo muy general y sin profundizar, hemos hecho alusión. Sin embargo, no cabe duda que los textos más significativos (aunque a veces un poco “pesados”) en este sentido son los aforismos como el que ponemos a su consideración de un autor clásico como Franz Kafka:

 

Cada hombre lleva en sí una habitación. Es un hecho que nos confirma nuestro propio oído. Cuando se camina rápido y se escucha en especial de noche, cuando todo a nuestro alrededor es silencio, se oyen, por ejemplo, los temblores de un espejo de pared mal colgado.

 

Y, como estamos apenas en el panorama general, queremos presentarles una suerte de muestreo para que se den una idea de la inmensidad tanto de efecto y de impacto, como de formas expresivas que abarca la no tan pequeña minificción. Así que pasamos ahora a algunos ejemplos de poesía.

Si, de por sí, la buena poesía no acepta palabras de más (al respecto el poeta Vicente Huidobro afirma: “El adjetivo, cuando sobra, mata”), y se caracteriza por generar imágenes mediante el uso de figuras del lenguaje, la poesía breve es, en este sentido, muy rigurosa y tiene muchas variantes, una de ellas (que nos gusta mucho), es aquella que considera también la grafía del texto para hacer (como dibujos con palabras) las figuras a las que hace referencia. Este tipo de poemas se llaman caligramas y a continuación les citamos una clásico de nuestra literatura, cuyo autor es José Juan Tablada. No es necesario decir el título, puesto que, como verán, lo identificarán de inmediato: