También todos hemos estado en contacto con citas o frases de sabios (conocidos o desconocidos), hombres de letras, filósofos o científicos, que hasta vienen en los calendarios, o en libros especializados en esa suerte de “consejos”, proverbios, sentencias, máximas, dichos o enseñanzas como:

 

 


“La verdadera ciencia enseña, sobre todo, a dudar y a ser ignorante”

Miguel de Unamuno

“ Abran una escuela y cerrarán una cárcel"
Víctor Hugo

"Lo último que uno sabe, es por donde empezar"
Blaise Pascal

O bien, ahora que escribo este texto, recuerdo una frase de mi abuela Bapsi: “Nosotros somos como el polvo, entre más nos golpean, más nos levantamos” o lo que le decía la abuelita Luisa a Núria: “Nunca te acostarás, sin saber una cosa más…” Frases llenas de sabiduría, ingeniosas, humorísticas o tristes; sencillas y hermosas, que guardan en el corazón de su sintaxis antiquísimas sapiencias…

No se sabe con precisión cuál es el origen de toda esta gama de expresiones que, al parecer, están ligadas al nacimiento de las lenguas y son, por lo general, productos anónimos provenientes de la experiencia y de la observación repetida de la naturaleza o de las actitudes de los seres vivos.

Ahora bien, si nos acercamos un poco más a formas literarias, encontramos diversas expresiones formales dentro de los llamados géneros de la brevedad. En términos generales podríamos hablar de una tradición que sigue viva y que ha abordado esta forma de expresión: los bestiarios.

Así, la tradición fantástica consigna desde tiempos antiguos una enorme cantidad de bestias, monstruos, hadas, dragones, ángeles, gárgolas, entre otros muchos seres imaginarios que, en ocasiones, son producto de mezclas de distintos animales en uno solo. Sobre los bestiarios, Julio Cortázar opina:

“Es bueno que existan los bestiarios colmados de transgresiones, de patas donde debería haber alas y de ojos puestos en el lugar de los dientes”.