Cristina Peri Rossi*

Diego Bernabé

 

 


Hoy nuestro contacto es con la escritora Cristina Peri Rossi, de la cual se habló, y mucho, en España, por la presentación de su última novela, "El amor es una droga". El diario El País de Madrid comenzaba diciendo, por ejemplo: "Un fotógrafo llega a los 50 con adicción a varias sustancias y con el corazón maltrecho. Después de una cura de desintoxicación, se retira al campo. Pero un día va a la ciudad y conoce a una chica muy bonita que lo conduce al abismo".

Así presentaba brevemente esta novela El País de Madrid, que fue, además, presentada en sociedad el pasado 18 de setiembre.

La presentamos, primero, en Barcelona, donde la presentó Manolo Vázquez Montalbán, a quienes ustedes conocen por sus numerosos viajes a Montevideo. Y después, Vicente Berrut la presentó en Madrid. Te voy a aclarar que la crónica de El País, hecha muy rápido tiene un pequeño error. El título de la novela es "El amor es una droga dura", que es como se le llama, como tú sabés, a las drogas "fuertes", a la cocaína y a la heroína, a diferencia de las drogas "blandas".


¿Y es cierto que tú dijiste que te llevó toda la vida escribir esta novela?
Sí, pero fue la contestación a uno de los tantos periodistas que preguntan "cuánto tiempo le llevó escribir este libro". Yo creo que cualquier libro lleva toda la vida, en la medida en que un libro es un resumen de todas las experiencias que uno ha vivido hasta ese momento, de todo lo que ha leído, de todo lo que ha vivido, de sus propias contradicciones: de todo el ser hasta ese momento. Como si pusiéramos en la computadora un tema, y saliera toda la información que viene no solamente de la conciencia, sino también del inconsciente.

Por eso la respuesta fue "toda la vida". Pero la podría haber dado acerca de cualquier otro libro.


Es una historia de pasión, y de pasión aún a costa de la salud.
Sí. Lo que los románticos llamaban "la pasión por el abismo", ¿no? Y de lo que nosotros somos todavía herederos. Esto lo decía Borges, que afirmaba que el romanticismo no era solamente un movimiento estético de determinado período conocido con el nombre de "Sturm und Drang" ("tormenta y pasión"), sino que era una sensibilidad. Y creo que los uruguayos tenemos bastante herencia también a través de Italia. Es una novela sobre la pasión, sobre la pasión de un hombre que tiene un problema cardíaco y que tiene que decidir si se retira al campo a llevar una vida más mansa, confortable y tranquila, o si sigue viviendo como le gustaba vivir antes, aún a riesgo de perder la vida. Que, de todas maneras, siempre la vamos a perder. Porque eso es verdad.


Hagamos un poquito de memoria en este espacio en que, además de enterarnos de esta última novela tuya, queríamos...
Que, por suerte (y quiero decirlo con mucha satisfacción), va a llegar pronto a Uruguay porque se va a publicar en la Argentina. Así que voy a tener la alegría de que va a llegar pronto a Uruguay.


Haciendo un poco memoria: desde que te radicaste en España, ¿viviste siempre en Barcelona?
Sí. Se puede decir que permanentemente he estado en Barcelona, excepto en un período en que tuve una de esas maravillosas invitaciones —quizá la mejor invitación para escritores, en el año 1980— de la Deutscher Peremischer Austandient, de Berlín, cuando todavía existía el muro, que invita cada año a un escritor no europeo, a un músico, a un director de cine. Y en 1980 me tocó a mí.
Tuve el privilegio y la gran suerte de vivir en Berlín (a pesar de no saber ni una palabra de alemán ni de inglés, pues yo sólo conozco las lenguas latinas). Para mí fue una experiencia realmente emocionante porque encontré en Berlín muchas cosas que creía perdidas al haberme ido de Montevideo. Sobre todo, el tipo de gente que vivía entonces en Berlín. En esa época, cuando existía el muro, no existía servicio militar si se residía en Berlín. Entonces, todo los chicos jóvenes contestatarios que no estaban de acuerdo con el sistema de servicio militar, la juventud que se podía pensar que era heredera de los ideales de la modernidad y del año 68, estaba en Berlín. Para mí fue una experiencia muy rica, de la cual salió, además, un libro de poemas que se llama "Europa después de la lluvia" y parte de mi novela "La nave de los locos".


Me hablás de Berlín, y tenemos todavía la noticia fresquita del Premio Nobel de Literatura para Günther Grass. ¿Cómo lo recibiste? ¿Qué te pareció?
A mí me parece correcto. Entre los candidatos que había, me parece que se lo merece, sobre todo porque ha sido un intelectual muy coherente. Quizá es la única voz disidente que todavía queda en Alemania, el único intelectual (no el único, pero el más importante), y muy en solitario, que defiende los viejos ideales de fraternidad, libertad, que tantos han traicionado.


No muy querido en su país, ¿no?
Fue discutido. Pero él tiene que hacer el papel del intelectual. El ha asumido el papel que tenía el intelectual durante la Ilustración, es decir, criticar el sistema, sea cual sea el sistema. Criticar todo aquello que es injusto, estemos en el sistema en que estemos. El ha sido muy fiel a ese principio y lo sigue siendo, aun a costa de lo que puede ser el cariño o no. Tampoco podemos aspirar a que nos quiera todo el mundo. Yo, ¿para qué quiero que me quiera Pinochet? ¿Para qué quiero que me quiera Hitler? No podemos aspirar a que nos quiera todo el mundo. Que nos quieran aquellos cuyo cariño significa una apuesta por nosotros mismos y la confianza.


Volviendo a tu ciudad, a Barcelona...
Gracias por lo de "tu ciudad", ¡pero mi ciudad es Montevideo!


Sí, ya sé. Además, venís casi todos los años, ¿no es así?
La verdad es que tengo el premio "Ciudad de Barcelona", de lo cual estoy enormemente orgullosa. En 1992 me dieron ese premio por un libro de poemas firmado "Mabel Bárbara" y que tiene la virtud de que es un premio al que uno no se presenta. En ese premio concursan todos los libros publicados durante ese año y un jurado decide cuál es el mejor. Me lo dieron cuando se cumplían 20 años de mi llegada a la ciudad. O sea que me lo tomé como un homenaje simbólico, aunque posiblemente los que me adjudicaron el premio no tenían la menor idea de que se cumplían esos 20 años.


¿En qué zona de Barcelona vivís?
En este momento vivo en un barrio que está bastante cerca de la Diagonal, que es la Gran Vía, como si dijéramos 18 de Julio. Pero vivo en esta zona —que es una zona intermedia, de clase media— sobre todo porque tiene una plaza adelante. Barcelona, como las grandes ciudades europeas, es una ciudad superpoblada, con problemas de contaminación. Y tener una plaza con unos arbolitos enfrente, aunque te parezca mentira, es un privilegio. Entonces, cuando me asomo al ventanal, veo la plaza, veo los arbolitos (que, además, son raquíticos porque aquí llueve poco y la tierra es poco fértil). Pero, de todas maneras, es algo muy importante tener algo de verde alrededor, en una ciudad que es muy hermosa pero que está construida con asfalto y cemento y hierro.


Es una ciudad, de todos modos, que te ha cautivado, no te has movido de ella, no has querido dejarla.
Tengo una relación ambivalente, como se tiene con todas las ciudades donde uno se exilió y que no eligió por motivos turísticos. Barcelona, además, ha cambiado mucho. Y la Barcelona que más me gusta es la de estos últimos años. A partir de las Olimpíadas la ciudad ha cambiado mucho. No solamente se embelleció, porque la verdad es que la gestión del Ayuntamiento socialista ha sido espléndida: limpiaron todos los edificios, convirtieron en peatonales muchas calles; sobre todo, se preocuparon por que este problema de la contaminación, de la falta de espacios verdes, e intentaron un "pacto" entre la necesidad de expansión de los automóviles y la construcción de edificios, y, digamos, el aspecto humano de la ciudad.

En estos últimos años, de 1992 hasta ahora, la ciudad ha pegado un gran cambio, y yo creo que también los catalanes, que es una gente muy discreta, muy respetuosa de la vida privada, pero que a veces parecían un poco fríos. Ahora, sobre todo porque se ha convertido en un gran escaparate de compra y venta y de negocios, son más simpáticos.


¿Tenés tus costumbres cotidianas de ciudadana muy arraigada, cosas que hacés semanalmente, cosas que te gusta hacer en Barcelona?
Yo soy muy "barriera", me gustan mucho los barrios. Lo que pasa es que en estas ciudades grandes el barrio existe poco. Aunque Barcelona los conserva. En la parte en que estoy viviendo ahora, no es tanto el barrio, sino que un edificio enorme de unos 600 o 700 departamentos. No se puede hacer vida de barrio, pero en los otros lugares en que he vivido en Barcelona he tenido, por ejemplo, la cafetería, donde voy de mañana a desayunarme y donde la gente del barrio me reconoce y a veces va la televisión a filmarme.

Entonces, la he tenido que sustituir por otras cafeterías que me gustan mucho. Costumbre montevideana y que en Barcelona se tiene poco porque la gente vive de manera muy acelerada, realmente con falta de tiempo para conversar con los amigos. Hay ciertos lugares que para mí son emblemáticos, que son como fetiches, y lamentablemente veo que a veces los destruyen con mucha rapidez. Aquí todo se construye muy rápidamente. Pero como soy muy sentimental y muy tanguera, hay lugares...

El otro día estaba en la consulta del médico, porque quería algo para la gripe, y una señora de unos 70 años, me dice: "Hola, Cristina". Yo no la reconozco. "Cristina Peri Rossi", dice. "¿Usted no se acuerda de mí?" "No", le respondo. Y me dice: "Soy la cajera de...", y me nombra una confitería a la que yo iba muy a menudo. Y dice: "¡Las veces que la vi escribir en esa confitería! Yo era la cajera. Pero me jubilé". Esas cosas son tiernas y a mí me emocionan. Yo creo que son las cosas por las que vale la pena vivir. Pero en las grandes ciudades se pierden estas cosas.


¿Desayunás siempre fuera de casa?
Aquí los horarios son distintos. Justamente, en estos días está aquí una gran amiga uruguaya, Cristina Medina, que vino a la presentación de mi libro, a quien deben conocer porque es ayudante de dirección teatral, y hablábamos de los horarios distintos a los de Uruguay que hay en las comidas. Aquí se almuerza a las 3 de la tarde. Entonces, los uruguayos, que tenemos la costumbre de almorzar antes, a las 12 del día estamos muertos de hambre. Por lo tanto, nos vamos a tomar algo, un segundo desayuno antes del almuerzo.


¿Y en esos lugares escribís, tenés inspiración fácil? ¿No te interrumpe la televisión ni la gente que te saluda?
No. Yo tengo la facilidad de que puedo escribir en cualquier lugar donde me sienta cómoda. Lo que sí es cierto es que las veces que he intentado escribir fuera de Barcelona me ha sido más difícil. Viví un tiempo en Sevilla y me costó bastante escribir ahí porque la luz es distinta, el entorno es distinto. Y el problema es que, después de haber añorado tanto Montevideo, no tengo ganas de irme a otro lugar a añorar a Barcelona... Al fin y al cabo, los seres humanos somos animales de costumbres. Y Barcelona tiene para mí un encanto particular, que es que tiene un puerto y para mí es muy difícil... Estuve presentando el libro en Madrid, y Madrid está bellísima, hermosa, elegantísima; es una gran ciudad, mucho más cosmopolita que Barcelona, por cierto, y tiene una luz maravillosa, una luz casi montevideana. Y, sin embargo, le falta el mar.

Barcelona ahora se ha abierto al mar —porque estaba de espaldas— y era una cosa que a los uruguayos nos volvía locos, y decíamos: "¿Cómo es posible tener el mar y construir de espaldas al mar?" Lo que está frente al mar en Barcelona es el cementerio judío, que se llama Montjuic ("monte de los judíos"), que sería el equivalente a nuestro Cerro. Pero vivían de espaldas al mar, mucho más vinculados con la tierra. Casi todos los barceloneses tienen un abuelo rural, del campo, de la Cataluña profunda. Y están mucho más relacionados con la cultura rural que con la cultura portuaria, que es una cultura de tránsito, de novedades, un poco más de mundo que se mueve.

A partir de las Olimpíadas, Barcelona se abrió al mar. Yo le he dedicado varios poemas, en mi último libro, que se llama "Inmovilidad de los barcos", a esta apertura al mar que era tan necesaria para la ciudad.


Además de los libros que publicaste, y que acabás de publicar en España, ¿seguís colaborando con revistas y con diarios españoles?
Sí. No sé si se leen en Montevideo, porque yo no tengo control sobre eso, sino que lo tiene la agencia, que es EFE, que tiene un servicio que se llama "Grandes firmas", en el que somos diez o doce escritores (está Octavio Paz, y estuvo un tiempo Bioy Casares), y la única mujer soy yo. Es un servicio que vende el artículo. En esos artículos puedo hablar sobre lo que quiero con total libertad, ya sea sobre lo social, lo político o lo cultural. Yo hago un artículo mensual y sé que la agencia lo vende en todas partes. Sé que a veces lo venden en Venezuela, pero no tengo control sobre ellos. Simplemente yo los remito y ellos los revenden. Esa es una de las formas de estar presente. Además, colaboro esporádicamente mucho en diarios y revistas locales, tanto de Madrid como de Barcelona.


Hablando de Cataluña, de los catalanes y de Barcelona, me imagino que a esta altura hablás el catalán como el español...
Te imaginás mal porque soy una gran lectora de lenguas latinas y, además, una gran admiradora del provenzal, que es el origen del catalán; pero hablo muy mal y, como ves, conservo el acento uruguayo inconfundiblemente. Creo que se me nota porque cada vez que subo a un taxi me preguntan de dónde soy, y normalmente creen que soy porteña porque les cuesta mucho distinguir el acento porteño del montevideano.
El catalán lo entiendo. Por ejemplo, si me invitan a un programa en el Canal Autonómico catalán, que sólo se emite en catalán, me hacen las preguntas en catalán y yo contesto en castellano. Pero es porque yo tengo gran dificultad para hablar cualquier lengua que no sea la "barriobajera" de Montevideo.


"El amor es una droga dura" es la última novela de Cristina Peri Rossi, que tendremos, como ella misma lo anunciaba, pronto por aquí. Y seguramente tendremos a la propia Cristina, que suele venir en el verano, ¿no?
Sí. Aprovecho, generalmente, diciembre. El año pasado estaba escribiendo esta novela, que terminé el 25 de enero, y es un período de gran actividad aquí porque a los catalanes les cuesta mucho imaginar la Navidad y el año nuevo en verano. Es un período de gran actividad, aquí, pero espero poder ir este año. Mi gran ilusión es poder ir este año en un momento de diciembre.


* Entrevista realizada por la estación de radio El Espectador, Uruguay 4 de octubre de 1999. Transcripción de Fernando Iglesias.

 


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