¡Qué doloroso!
¡En mi mano se muere
este cocuyo!
Kyorai
Quedé en la inopia.
Todo me quitó el ladrón
(¡tengo la Luna!).
Ryokan*
* El monje budista (y poeta) Ryokan, cuando vivía de ermitaño, fue asaltado por un ladrón que le robó todas sus pocas pertenencias, al final el monje expresó: “Pobre muchacho, yo hubiera deseado regalarle esa bellísima Luna”. Esta anécdota no sólo propició el haiku que aquí aparece, sino también un cuento que circula en la tradición oral del budismo Zen.
Soldados pobres
sobre yerbas de estío
muere. Soñaron.
Bashoo
Nieve más fría
en este invierno no hay,
mas que mis canas.
Joosoo