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Juan Botella Medina
Medallista olímpico mexicano
Bronce en Roma 1960
Clavados
Trampolín de 3m

Julio: el mes del destino para Juanito Botella
Desde el origen hasta el final.
Julio, 1936.- Estalla la guerra civil en España. El general Francisco Franco encabeza la insurrección de los generales y se levanta en armas contra la República. Como el violento siroca, parte del Marruecos español, cruza el Mediterráneo y se lanza contra la península ibérica. Y ya no es el viento seco y quemante que vuela desde el Sahara lo que enrarece el aire español; es el aliento mortal, las lenguas de fuego de la lucha armada. Se alza en un grito la voz de Juan Botella Asensi, ex ministro de Justicia:

- ¡Hay que defender a la República!.

Y ya su hijo, Claudio Botella Pastor, acude al llamado. Cambia las aulas de Arquitectura y de Ciencias Exactas por la trinchera; empuñan sus manos rifles y granadas y no utensilios escolares. A la lucha se une su prometida Gloria Medina Higueras, estudiante de biología, quien se incorpora a los servicios de enfermería.

La batalla es cruenta.

La peste de la guerra se extiende por todo el país.

Pero es la del amor, una flor extraña de inquebrantables raíces. Nada la detiene cuando brota. Y ofrece un botón que nace en ese suelo español regado entonces con la sangre de su pueblo: Claudio y Gloria contraen nupcias por lo civil sin actos sociales en consonancia a la situación. Miembros de ambas familias acuden a un pequeño salón para brindar por los recién casados.

Los bandos dividen victorias. Hay un halo de esperanza porque Madrid es, todavía, bastión inexpugnable.

Pero todo ha cambiado meses más tarde cuando nace Claudio Botella Medina, en Barcelona; en el frente de combate, la República conserva el poder ya sólo en un tercio del país. A finales de 1938 la situación se torna caótica: los nacionalistas avanzan incontenibles. A principios de 1939 conquistan por fin la ciudad condal y en febrero se produce la dimisión del presidente Manuel Azaña, quien emigra hacia París. A la capital francesa se dirige también doña Gloria, con el pequeño Claudio en brazos. Claudio, el padre, se les unirá poco después. Porque, en marzo, Valencia y Madrid se rinden casi sin combatir. Es entonces cuando el general Lázaro Cárdenas, presidente de México, concede asilo a los republicanos. El matrimonio Botella Medina aprovecha el gesto y como muchos de sus compatriotas, el primero de junio arriba a Veracruz por barco. Al día siguiente se traslada a la ciudad de México y un año después obtiene la naturalización

DESDE EL ORIGEN.

Julio 4, 1941.- Los pequeños Claudio y Gloria observan, azorados, la frenética actividad en casa. Todo el mundo se mueve en el departamento 14 del edificio Rosa, en la avenida
México. Ellos no lo entienden aún, pero en minutos tendrán un nuevo hermanito.- Ya don
Claudio salió de la imprenta. el negocio que ha emprendido ha poco y ahora abre la puerta al doctor Urbano Barné, exiliado español como él y quien atenderá a doña Gloria en el parto.

Ya nació el segundo varón de la familia. Robusto de finas facciones. Se llamará Juan. Juanito. Será un predestinado. Diecinueve años más tarde -lunes 29 de agosto de 1960- conquistará la medalla de bronce en la competencia de clavados desde el trampolín de tres metros, dentro de los juegos de. la XVII Olimpiada. Es Roma la bella, la Ciudad eterna, el marco esplendente del triunfo de Juanito.

..HASTA EL FINAL

Julio 17, 1970.- Es viernes. El país vive todavía la euforia del campeonato mundial de futbol que, celebrado en canchas nacionales, conquistó la selección brasileña. En el edificio Basurto -apenas a unas cuadras de aquel, el Rosa, donde nació- Juanito Botella trabaja intensamente, sobreponiéndose al sueño y al cansancio, en la elaboración de su tesis, esa que lo separa del título de arquitecto. De repente, hace crisis el viejo padecimiento: estalla Ia hipertensión y Juanito, el medallista olímpico, muere, se va. . . y con él se lleva el dolor de todo un pueblo.
Más de medio siglo ha transcurrido desde aquella unión.
Ya don Claudio y doña Gloria celebraron sus Bodas de Oro. .
Ahora están aquí, cómodamente sentados en un sofá de la estancia del hogar de su hija Ofelia, licenciada en Economía. Entrelazan sus manos. Unen sus mentes en el recuerdo.
En el recuerdo de Juan.
Y reverberan, en sus voces, evocadores matices de castizo acento. Se remonta, Don Claudio, a los años terribles de la guerra fraterna en España:
- Desde aquellos años supe de la bondad de México. Recibimos fusiles, municiones, y unos aviones rojos bastante malitos, sí, pero que en aquellos momentos eran tan importantes para nosotros, quede tanto agradecerlos nació en muchos el inmenso amor por este gran país que después, como si fuera poco lo ya hecho, nos abrió sus puertas. Muchos mexicanos de los que participaron en la Brigada internacional, fueron grandes amigos míos. Uno de ellos, un abogado cuyo nombre escapa a mi memoria, sólo tenía una queja muy graciosa por cierto, cuando combatíamos en invierno:
"A nosotros, de tierra caliente, lo único que nos disgusta es andar pecho a tierra sobre nieve", nos decía. Pero en los momentos de calma tomaba la guitarra, se ponía a cantar y ponía a todos a pensar en México. Tenía una voz bien entonada. Nos enseñó Allá en rancho grande, Adelita, la Cucaracha, y otras.

Prosigue: - Por eso, sentimos que al adquirir la nacionalidad mexicana adquirimos también gran compromiso: responder con gratitud aquel gesto del general Cárdenas. Yo en lo personal, llegué aquí de 27 años, hoy tengo 76 soy orgullosamente mexicano. Así que cuando mi hijo Juan obtuvo la medalla de bronce Juegos de Roma, experimenté varias sensaciones entre las que destacan dos. La primera como padre: una profunda satisfacción de que Juan hubiese coronado sus anhelos la segunda, como español naturalizado mexicano: que un miembro de nuestra familia cumplido de esa forma con el país al que debemos.
Se escucha después, la dulce voz de Doña Gloria, impecable -como su marido - en vestir, de porte distinguido; un tenue maquillaje acentúa la belleza de su rostro de mujer madura

- Juan - tercero de cinco hermanos Claudio y Gloria, los mayores; Ofelia y Virgilio los menores- empezó a nadar desde edad temprana. Tenía apenas tres años cuando comenzó a meterse en la alberca del deportivo Chapultepec, al que ya concurrían Claudio y Gloria quienes, en su etapa infantil, destacaron muy rápido en clavados y natación respectivamente. Y apenas sintió que ya se sostenía en el agua, empezó a tirarse clavados desde la orilla de la alberca. Y era tan inquieto, tan audaz, que a los 5 años se tiraba ya desde el trampolín: " tercia Don Claudio: " - No siempre podíamos acompañarlos al deportivo, porque aquellos eran años muy difíciles y había que trabajar de todo para sostener una familia -don Claudio iniciaba un negocio relacionado con la impresión; el esfuerzo de largos años lo condujo finalmente, al bienestar económico del que ahora disfruta. Así que nuestros tres hijos iban a diario al Chapultepec, ya fuese caminando o en camión.

Y a los cinco años de edad conoció Juanito Botella de los peligros del deporte por él escogido. Y sus padres comenzaron a sufrir sobresaltos:

En cierta ocasión, el inolvidable maestro Tovar instaló un columpio que colgaba la plataforma, con la intención de que los jugaran un poco. Juanito trepó al y se arrojó al vacío, pero no calculó vuelo y cayó fuera de la alberca, sobre un colocado en la orilla porque iban a dar clase de ballet acuático. Don Claudio, que estaba muy cerca tomó una toalla, envolvió ella a su hijo y lo llevó presuroso a que le tomaran radiografías. El futuro clavadista sufrió sólo fuertes golpes en la cabeza y en la pierna derecha; ni una fractura, por fortuna.

Sonríe don Claudio, invadido por la nostalgia:


- Es que era un chiquillo muy travieso. . .
Un día, cuando Juan tenía como seis años, me pidió permiso para ir al parque a jugar. Como se lo negué, él se enfureció y cuando me iba a trabajar me gritó: vete al demonio!...
¡Cuando tú te vayas de todos modos me voy a salir!".
La dama sonríe dulcemente. Don Claudio prosigue:
- Era muy travieso y rebelde, pero no era un chiquillo malo sino uno que poseía tremenda
vitalidad. No podíamos mantenerlo quieto. En otra ocasión, su maestra en el Instituto Luis
Vives me mandó llamar para informarme de alguna de las travesuras- de Juan. Al saber que yo iría a la escuela, mi hijo se escondió y tardamos varias horas en encontrarlo. La infancia de Juanito Botella transcurrió, pues, entre risas y travesuras. Rápido, rápido. Su tiempo, dividido en la escuela -terminó la primaria con buen promedio de calificación-, el parque México -don Claudio: "nunca le quise comprar una bicicleta, que era su mayor deseo, pero él se las ingeniaba para alquilar una en la agencia de don Hilario o para conseguirla con sus amigos"; Ofelia Botella: "Juan era muy popular en el parque ya que era muy buen amigo. Era muy conocido por los merengueros y por los que vendían jícamas, porque les ganaba en los volados y repartía las ganancias entre sus amigos"- y principalmente, en la piscina del deportivo Chapultepec -doña Gloria: "prácticamente, Mario Tovar tenía que correrlo de los entrenamientos, pues toda la tarde estaba tirándose; incluso, a manera de travesura, se adelantaba a los clavadistas de mayor edad, pasándoles por entre las piernas para saltar primero".

Mientras tanto, la fama de los pequeños Botella se incrementaba día a día. Claudio destacaba ya como clavadista y Gloria iniciaba una carrera especializada en nado de pecho y estilos, hasta llegar a ser campeona en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Caracas 1959.

Así pues, no fue extraño que pese a que en el Chapultepec brillaban figuras de la calidad de los hermanos Capilla, los Mariscal, Rodolfo Perea y Álvaro Gaxiola, en el diario deportivo ESTO apareciera -el 8 de septiembre de 1951- una fotografía del incipiente clavadista con un pie que a la letra dice así:
"El guerroso, inquieto y valiente Juan, es un chaval que lo conquista a uno desde que sale a la piscina. Nos late que es a él a quien más le gusta el estar siempre en el aire".

DOBLE FINALISTA OLIMPICO
. . .A LOS 15 AÑOS

Ya era, a los 14 años de edad, una de las figuras nacionales en aquella época de grandes clavadistas.
Y, al cumplir los 15, Juanito Botella sorprendió a los críticos cuando finalizó séptimo en el Campeonato Nacional Abierto de Estados Unidos, celebrado en Detroit -su hermana Gloria también tuvo una gran actuación y terminó en quinto lugar en la prueba de las 1,500 yardas de nado libre-. Meses más tarde -8 de agosto-, Juanito asombró al conquistar un sitio en el equipo mexicano que competiría en la XVI Olimpiada en Melbourne, 1956. En el torneo selectivo disputado en el Chapultepec, se ubicó en el segundo lugar en trampolín de tres metros, detrás solamente de Alberto Capilla; Joaquín, doble medallista olímpico -bronce en Londres y plata en Helsinki- tenía asegurado su sitio.

Y recuerda Joaquín Capilla:
- Mucha gente no vio con agrado que seleccionaran a Juan para los Juegos Olímpicos.
Decían que estaba muy chico. Pero no sabían de las cualidades mostradas por Juan desde pequeño.
Y si queríamos tener un clavadista de alto nivel, había que empezar en ese momento. Por otro lado, pocas veces vi a un tirador tan joven y con tanto talento como él; pudo haber sido el mejor del mundo. Juanito Botella fue doble finalista olímpico apenas a los 15 años.
El 30 de noviembre clasificó, al lado de los hermanos Capilla, a la final de la prueba de trampolín.
Al día siguiente Joaquín ganaba la medalla de bronce, Alberto finalizaba en noveno sitio y Juanito en décimo. El 7 de diciembre, alternando con rivales cuyas edades oscilaban entre los 24 y 26 años -a los que opuso clavados tan espectaculares como el de 2.5 vueltas en holandés, 2.5 atrás, 3.5 al frente y 2.5 adentro con dos giros-, Juanito repitió el décimo sitio en plataforma aquella prueba en la que Joaquín Capilla alcanzó, por fin, el oro olímpico. Alberto, como en trampolín, ocupó el noveno puesto.
Para Joaquín eran los honores. Para Juanito la admiración. Técnicos soviéticos y estadounidenses intentaron levarlo a sus respectivas escuelas atraídos por los saltos de Botella por su bote en el trampolín y por su perfecta coordinación de movimientos.

Álvaro Gaxiola recuerda de Juanito:

-Fue un clavadista fuera de serie. Un muchacho a quien su familia alentó desde muy pequeño para la práctica de los clavados y con Mario Tovar como guía muy pronto logró notables resultados. Puede decirse que a los 11 años era ya un clavadista consumado. Ejecutaba saltos que ni Joaquín Capilla hacía. Lo mejor que tenía era el control y también su dominio del bote. Tenía un don natural para caminar en el trampolín y se elevaba cómo nadie.

Carlos Girón, quien observara varias películas de Juan Botella en acción. Opina:
-Ha sido el clavadista con más facultades que haya visto. Tenía un talento extraordinario y un ritmo sin igual; parecía que flotaba en el aire. Era el Louganis de su tiempo. Se elevaba como pocos y hacía lucir muy bien los clavados las vueltas y los giros. Simplemente hacía lo que quería en la tabla.
Y cuenta Jorge Telch, también clavadista y desde la secundaria compañero de estudios de Botella:
-Juan se pasaba todo el día pensando en los clavados. En ocasiones estábamos en una banca y ésta le servía de plataforma para ejecutar una vuelta o una salida. Los compañeros nos veían extrañados, pero a él no le importaba.....Cuando estábamos en el trampolín, jugábamos a 'lo que hace la mano hace la tras'; Juan improvisaba y ejecutaba desde un parado de manos hasta un clavado que, incluso en estas fechas, es muy difícil: el simple adentro en posición A. El hacía que todo pareciera fácil. Tenía una agilidad felina. Cuando lo arrojábamos por sorpresa desde la plataforma, él encontraba el tiempo para dar una vuelta o un giro y caer perfectamente, ya fuera parado o clavado. Pero el colmo era que en la calle y por andar piense y piense en los clavados, a cada rato se tropezaba.

LO QUE DE EL SE DECIA EN LA PRENSA

En 1957, el periodista Raúl Carretero L., entrevistó a Juan Botella y la charla fue publicada bajo el siguiente encabezado.

JUANITO BOTELLA SE PERFILA COMO UNA REALIDAD
- El sumario:
ES EL SUCESOR DE CAPILLA
Y el texto:
El chico apenas cuenta con 16 años ya se perfila como una positiva realidad dentro de la natación mexicana. Él es en la actualidad. el segundo clavadista de la República. Colocado atrás de nuestro campeonísimo Joaquín Capilla, y hablar de Capilla es hablar del mejor clavadista del mundo y eso ya son palabras mayores.

Nos platica Juanito. Allá en Uno de los corredores del deportivo Chapultepec que bien podría decirse que él nació y se crió dentro de una piscina. Desde muy chico ya traía el gusanito de la natación.

A este respecto, nos decía también que muchos de sus compañeros siempre que platican sobre su carrera tratan de molestarlo con aquello de que "cómo no va a ser bueno si toda la vida la
ha pasado dentro del agua..."
.
La Olimpiada -nos dice Juan- es lo máximo a lo que un atleta puede aspirar. El sólo tomar parte en ella es más que suficiente lo bueno que ahí se logre ya es cosa secundaria.

En ella (Melbourne '56) logró su máxima hazaña al obtener el décimo lugar máxima hazaña porque debe tomarse en cuenta que ahí compiten los mejores clavadistas del mundo. Y algo más todavía. que nos dice del mérito de este lugar obtenido por Juan. El chico se presentó a participar a la olimpiada sin mucho entrenamiento, ya que días antes de la partida hacia Australia tuvo un serio accidente en el cual se lesionó una pierna...

Por su parte, Rafael Baldwin escribió en el diario ESTO el 22 de abril de 1957:
. . . Y Juanito Botella ha sido declarado abiertamente aún por el propio Joaquín como su más digno y seguro sucesor!
El Botellita quien cumplirá 16 años el próximo 4 de julio y quien en su juventud ya ostenta un séptimo lugar nacional de los Estados Unidos, un décimo puesto olímpico y el cetro nacional de
Plataforma; está trabajando durísimo en los entrenamientos para conquistar los máximos honores en los VIII Centroamericanos en Caracas en 1959, en los III Panamericanos cuya sede será Chicago, en el mismo año y en la X VII Olimpiada de Roma en 1960.
En julio de 1957, Juanito fue invitado a participar en los Juegos Internacionales que se efectuaron en Moscú. Finalizó en segundo lugar, detrás del experimentado Mijail Chabcha.
Ofelia Botella:
- Nos contó entonces que en Moscú le tomaron infinidad de fotos y varias películas, para estudiar sus cualidades. Incluso, los soviéticos querían que se quedara allí y diera clases, pero él rechazó los ofrecimientos porque ya había empezado a estudiar aquí la carrera de arquitectura, que después de los clavados era su máxima pasión. ,,'
Retirado Joaquín Capilla, Juanito se perfilaba como su más viable sucesor. Le llovían las invitaciones. Como ésta, de Cuba, para participar en el dual meet en La Habana y de la cual recuerda Jorge Telch:
No tuvimos problemas para ganar las categorías infantil y juvenil, pero lo más sobresaliente de esta gira fue lo que nos pasó a Juan y a mí, y que marca con toda claridad, su audacia y su intrepidez.
Primera anécdota: - Cuando terminamos de competir nos invitaron a una feria, en la que nos subimos a la montaña rusa y dimos varias vueltas. Primero en los vagones delanteros, luego en los traseros; después, sin abrochamos los cinturones de seguridad y finalizamos, ante el asombro colectivo, dando una vuelta parados de cabeza. Estábamos locos; lo importante era vivir sensaciones extrañas. Yo tenía 15 años y Juan 16.

Segunda anécdota:
- Después, nos llevaron a nadar al Vedado Tennis Club . Estuvimos un rato en la alberca pero nos fuimos hacia el embarcadero de yates, nos trepamos a una lancha de remos y nos metimos mar adentro. Empezamos a remar y a platicar y a perder la noción de todo. De pronto, unos tiburones nos volvieron a la realidad: estábamos ya muy lejos de la costa; había pasado como una hora desde que salimos. Los tiburones nos rodearon y empezaron a nadar en círculo. Nosotros nos espantamos y empezamos a remar con todo. Cuando por fin regresamos, ya en tierra nos pusimos a reír. Yo creo que era de nervios...

En 1958 y apenas a los 17 años de edad, Juanito conquistó por tercera ocasión consecutiva el título nacional.
Ofelia Botella:
- Su vida eran la escuela y los clavados. Ya había ingresado a la UNAM para estudiar arquitectura y de pronto, nuestra casa se empezó a llenar de maquetas. Era muy dedicado en sus estudios y en el deporte.
Los VIII Juegos Centroamericanos y del Caribe previstos para el verano de 1958, tuvieron que postergarse por motivos políticos: Venezuela se agitaba por la caída del régimen dictatorial del presidente Marcos Pérez Jiménez, quien había llegado al poder tras derrocar a través de un golpe militar, a Rómulo Gallegos. La competencia se realizó en enero de 1959 y Juanito Botella fue campeón tanto en trampolín como en plataforma. Esa doble victoria recapturó la atención de los técnicos estadounidenses y varias universidades ofrecieron becas al clavadista mexicano.
Ofelia Botella:
- Él escogió la de Ohio State, en Columbus, porque en ella se encontraba el entrenador Mike Peppe y en los planes de estudio se distinguía la carrera de arquitectura, que no gustaba a los entrenadores porque era muy difícil. No la recomendaban a un deportista. No obstante, Juan insistió en esa especialidad.

Doña Gloria, evocadora:
- Juan tenía mucha ilusión de ir a Ohio State para mejorar tanto sus clavados como sus estudios-
Don Claudio:
Juan quería una medalla y después de lo sucedido en Melbourne, donde vio que tenía facultades para destacar, hizo a un lado los nervios y decidió irse. Claro, le dolía dejarnos y así lo interpretábamos cada semana en sus cartas, pero por otra parte estaba muy contento porque avanzaba rápidamente en el inglés, lo que le permitía aprovechar al. máximo sus estudios de arquitectura. Esa carrera se había convertido en una obsesión para él y como yo no tenía recursos para pagarle una escuela así, no podía desaprovechar la oportunidad.

Juanito se fue a Ohio State en agosto de 1959, apenas a unos días de la celebración de los Juegos Panamericanos, en Chicago. En esa competencia logró la medalla de bronce en plataforma, prueba ganada por Álvaro Gaxiola, quien derrotó brillantemente al estadounidense Donald Harper. Días después, en el trampolín de tres metros, Juanito tuvo una actuación sobresaliente: tras un inicio incierto que lo ubicó en el octavo sitio, poco a poco fue avanzando hasta finalizar en cuarto lugar, superado únicamente por los clavadistas norteamericanos: Gary Tobian, San Hall y Robert Webster.

Dirigido por Peppe, Juanito mejoró notablemente en sus entradas; la técnica casi perfecta que Mario Tovar inculcara en él, lo hizo todavía más fácil. A los 18 años, Botella era un clavadista codiciado, tanto, que en varias ocasiones le propusieron que adquiriera la nacionalidad estadounidense para que representara a este país en los certámenes mundiales.
Don Claudio:
- Materialmente lo acosaban. Querían que fuera súbdito de Estados Unidos, pero Juan nunca aceptó. El se sentía orgullosamente mexicano. Incluso, cuando visitó Madrid en 1957 -después de competir en Moscú-le preguntaron por su origen y él respondió con firmeza: yo soy mexicano.

LA GLORIA
OLÏMPICA
1960, año olímpico
Juanito continuaba en Ohio State, entrenando bajo la supervisión de Mike Peppe, un hombre regordete que tenía, en el mexicano y en los estadounidenses San Hall y Lou Vitocci, a sus máximos competidores.

El 2 de abril, en la alberca Payne Whitner -de la Universidad de Yale-, Juanito logró un quinto sitio en plataforma -prueba ganada por Hall-y el sexto en trampolín -no tuvo rival Gary Tobian, el rubio californiano de la USC-, dentro del campeonato nacional bajo, techo de Estados Unidos. Mientras tanto, aquí, los clavadistas mexicanos se aprestaban para competir en el torneo selectivo que definiría al equipo nacional que concursaría en Roma. El 30 de junio, a unos días de esa justa y apenas en su segundo entrenamiento en el Distrito Federal, Juanito sufrió un accidente que puso en peligro su participación: en un clavado de vuelta y media adentro, se lanzó tan cerca de la tabla que se golpeó en la mano derecha, produciéndose una herida en el nacimiento del dedo pulgar. Fue atendido de inmediato y aún vendado, ganó la selectiva. Superó a Álvaro Gaxiola y a Roberto Madrigal, quienes lo acompañarían a Italia. El 27 de agosto, Juanito y Gaxiola clasificaron para la final del trampolín de tres metros. Botella pasó en tercer lugar con 106.96 puntos, detrás de Gary Tobian -107.33- y San Hall-l07.49-, en cuarto figuraba el italiano Leandro Mari -96.49-, en quinto el alemán Pophal -94.91- y en sexto Gaxiola -93.47-.
Entrevistado brevemente por la agencia Notimex, dijo Juanito en aquella ocasión: - Me sentía bien, pero estaba bajo la presión de los dos gringos, además de que tenía que pelear con los jueces y con el público. Domingo 28, día de descanso.
Lunes 29: la final.
Al día siguiente, el diario El Universal publicó una extensa crónica de su enviado, Raúl Oropeza.
Decía, en el bigote del encabezado: "Ganó México una medalla de bronce en Trampolín, el título de la nota: "Juanito Botella obtuvo honroso tercer lugar"
El sumario:
"Decidió arriesgarlo todo en el último salto en un desesperado intento por obtener una calificación mejor y nervioso por los gritos de aliento en su favor, cuando su concentración reclamaba silencio absoluto, falló en forma lamentable".
La crónica:
Roma, 29 de agosto.- Estrujante, positivamente angustiosa para quienes presenciamos la final de los saltos ornamentales desde el trampolín de tres metros, fue la lucha sin tregua,
casi desesperante, que se entabló entre nuestro compatriota Juanito Botella y los clavadistas norteamericanos Tobian y Hall, por el primer lugar de la clasificación, lucha que se definió en el último salto triunfando Gary Tobian y clasificando Hall en segundo y Juanito en un honroso tercero, seguido por Álvaro Gaxiola, quien realizando también un supremo esfuerzo, quedó en cuarto.
Al iniciarse las pruebas definitivas, Botella y los "primos" del norte, estaban separados por la mínima diferencia de menos de un punto, figurando Hall en primero. Tobian en segundo y el nuestro en tercero.
Vino la primera, ante la expectación de la multitud que presenciaba tan tremendo duelo bajo los rayos de un sol abrasador y una aclamación ensordecedora rubricó el ascenso del azteca al primer sitio por la impecable realización de su salto. La puntuación quedó entonces así: Botella 128.29; Tobian 125.15 y Hall 123.11.
La expectación aumentaba y nuestro corazón latía tumultuosamente como si intentara
salirse del pecho para impulsar a Juanito en su valiente pelea contra los colosos del trampolín, mientras poco a poco se iba haciendo un silencio casi místico en espera del segundo salto, cuyas puntuaciones alternaron nuevamente la posición de los competidores. al pasar Tobian al sitio de honor con 148.67 puntos; Botella al segundo, muy cerca del líder. con 147.46 y Hall tercero, con 145.21.
La muchedumbre, entusiasmada por la proeza que estaba realizando el mexicano, prorrumpió en estentóreas "vivas" en su honor, alentándolo para el salto final. en el que parecía que Juanito podría alcanzar un galardón máximo para México. A estas alturas nuestra emoción llegaba a su límite y nuestros nervios se sentían rotos. aniquilados, por la enorme tensión que sufrían ante la feroz pugna entablada por los tres clavadistas en busca de la victoria.
Vino el desenlace. Hall realizó un impecable mortal de dos vueltas y media, que le valieron 21.87 puntos. para alcanzar un total de 167.08. pero la medalla se le fue de sus manos porque. Tobian, con idéntico ejercicio, aún sin lograr mayor precisión. Obtuvo 21.33 que lo elevaron a 170.00 para toda la prueba.
Llegó el turno a Botella. Con un salto igual al de sus competidores hubiera estado en condiciones de pelearle el primer lugar a Tobian, o por lo menos, de sobrepasar a Hall para arrebatarle el segundo; pero el coraje de nuestro muchacho, su amor propio, su deseo incontenible de ofrecerle a México un triunfo indiscutible y diáfano, lo llevó a realizar un esfuerzo supremo intentando un dificilísimo salto mortal con dos vueltas y media hacia atrás que de tener éxito, lo hubiese llevado a la más sensacional victoria de nuestros colores.
Desgraciadamente no fue así. Ejecutados limpiamente el salto y los giros, su entrada en el agua no fue perfecta y la calificación de los jueces llegó sólo a Los 14.84 puntos, para sumar en total 162.30, que le valieron una merecidísima medalla de bronce.

Por nuestra parte. sinceramente nos resistíamos a creer que Botella había perdido: gallarda y honrosamente una brillante oportunidad para conquistar un áureo trofeo, con el que ya consentíamos volver a nuestra patria.
El gesto valiente y decidido, se comentó elogiosamente no sólo entre quienes en carne propia vimos el dramático desenlace, sino en todos los que se dieron cuenta del intento supremo de Juanito, por imponerse sobre sus tremendos rivales.

UN POCO DECEPCIONADO
Entre abrazos y felicitaciones, pudiendo dar rienda suelta a nuestro entusiasmo, frenado ante la incertidumbre de la durísima competencia, llegamos hasta Juanito que, pálido y visiblemente agotado por el esfuerzo cumplido, nos dijo: estoy un poco decepcionado... Creí que llegaba a imponerme; estaba seguro de cumplir el salto que me había impuesto para llevarme una medalla de oro, pero fallé. No trato de justificarme -agregó-, pero sinceramente los gritos de aliento de mis amigos, sus imponentes "vivas" que retumbaban en mis oídos como cañonazos, precisamente en el momento en que necesitaba más silencio para concentrarme en lo que iba a realizar, me conmovieron infinitamente; las lágrimas pugnaban por salir de mis ojos y mis facultades mermaron, cuando más necesitaba de ellas".
U n poco más calmado, declaró a los periodistas que lo asediaban con sus preguntas:
"Tengo 19 años y creo que iré a Tokio, para intentar conseguir lo que hoy no pude lograr para mi México querido".
En seguida, nos manifestó que irá a Nueva York, para enseguida trasladarse a Ohio, en donde continuará los estudios en la Universidad del estado.
Así cayó el telón de este positivo drama deportivo, en el que nuestro chamaco desempeñó tan magistralmente un principalísimo papel. Sus diez saltos fueron: clavado simple al frente, canguro de Angora (al frente en posición B), canguro de holandés (inverso simple), salto hacia adentro, clavado con medio giro. 3.5 vueltas al frente en C, 2.5 vueltas atrás, 2.5 en holandés. 2.5 adentro, y vuelta y media atrás con 2.5 giros.

Carlos Girón:
- Para esos, años, era una tabla muy difícil, Incluso yo incluí varios de esos saltos en mi competencia en los Juegos de Moscú de 1980. Es decir. 20 años después.

En la columna Correo de Italia, el corresponsal de' Excélsior, Ettore Colonna, escribió en septiembre de 1960:
A propósito de la medalla de oro que no se otorgó en los Juegos Olímpicos al campeón Mexicano Botella, un periódico vespertino romano refirió así los detalles del emocionante evento:

A Botella, clasificado en tercer lugar en la competencia del trampolín, se le dio solamente la medalla de bronce que le correspondía según el reglamento. Sin embargo, si hay un atleta que hasta hoy haya merecido una medalla de oro especial, grande y bella. Éste es Botella. Le hubiera bastado ejecutar a la perfección un sencillo clavado, uno de esos clavados que tienen baja dotación de puntos. Pero antes de subirse al trampolín decidió jugarse el todo por el todo: quiso lanzarse con uno de los clavados más difíciles del repertorio olímpico. "Si lo logro -dijo a quien estaba a su lado- gano la medalla de oro; si no, pierdo hasta la de plata. . . "Le brillaban los ojos, llenos de entusiasmo, se encaminó a la escalera que lleva al tr
ampolín Su intrépido clavado resultó verdaderamente ejemplar a los ojos da los espectadores; pero por una infinitesimal fracción de segundos, no entró en el agua en forma ortodoxa y...fue tercero. Botella es un poeta de la voltereta, del tornillo, del salto hacia adelante o hacia atrás y escribe sus versos en el aire, dedicados al agua verde-azul de la piscina. No pocos adoradores de la fantasía gritaron en el estadio de la natación: "Viva Botella ". .. y del entusiasmo de los admiradores surgía un abrazo ideal para el soberbio campeón venido de México, como si el concurso hubiera sido ganado moralmente por él, aguerrido triunfador de la XVII Olimpiada"

Es del arquitecto José Mariano Campero compañero inseparable en la UNAM de Juanito.
el siguiente relato:

Un día nos encontrábamos en la alberca de Ciudad Universitaria, Era 1964. Juan me gritó desde las alturas: - Hey Campero, ve este clavado.
Juan caminó por el trampolín y ejecutó un precioso salto: vuelta y media atrás con 2.5. giros.
- Fue el que fallé en Roma!- me dijo.
-Pero... .¿por qué?..Ie pregunté.
Entonces me dijo lo que nunca declaró porque era un hombre que no les gustaban las justificaciones.
La competencia en Roma estaba muy complicada. Los italianos se encontraban felices pues estaban a punto de ganarles a los americanos. Así que cuando me dispuse a tirarme, eran tales los gritos y silbidos de apoyo, que me tuve que regresar. Si me lo echaba como ahorita ganaba sin lugar a dudas, así que me preparé de nueva cuenta y salté, pero en el momento en que iba caminando por la tabla, Eulalio Ríos me gritó vamos, Juanito, rómpeles la madre a los gringos. Perdí la concentración, y fallé. Pero no me dio coraje: ellos trataban de ayudarme.

LA UNICA
MEDALLA
Pese a todo fue la de Juanito la única medalla conseguida por la delegación mexicana en
Roma.
La noticia, aquí, causó algarabía.
Doña Gloria:
-El día que Juan ganó fue un momento inolvidable. Yo estaba en casa cuando una vecina, la esposa del profesor Ramón G. Velázquez, me avisó. ¿Cómo describir la alegría? No, no
es posible. . . ,
Don Claudio: ~
- A mí, ya lo he dicho me dio gusto por varias razones. Principalmente, porque siempre entendí que el deporte es una actividad que ayuda a formar el carácter del individuo. Yo practiqué natación, alpinismo y atletismo y por eso inculqué en mis hijos el amor por el deporte. Cuando Juan ganó, por mi mente atravesó fugazmente el pensamiento de que España había perdido un medallista, pero fue superado por la gran alegría, ya lo he dicho, de haber dado México un triunfador olímpico.
La actuación en Roma brindó a Juanito el título de mejor deportista mexicano, del año, al superar en una votación pública -realizada al través del diario La Afición- a personajes como el ciclista Porfirio Remigio -ganador de la XV Vuelta a México-, la esgrimista Pilar Roldán -finalista en la Olimpiada-, el automovilista Ricardo Rodríguez -segundo en las 24
horas de Le Mans-, el bolichista Tito Reynolds -campeón mundial- y el tenista Rafael Osuna -campeón de dobles en Wimbledon-.

Juanito siguió en las competencias.
En abril de 1961, conquistó el tercer sitio en el campeonato bajo techo de Estados Unidos
-en New Raven, Connecticut-. En los Centroamericanos y del Caribe -Kingston, Jamaica, 1962- no sólo fue abanderado de la delegación, sino monarca en trampolín: venció a Álvaro Gaxiola por 10.22 puntos. Pero en plataforma cedió ante éste por 60 centésimas de punto. En los Panamericanos de 1963 -Sao Paulo-, se colocó en cuarto detrás de los estadunidenses Tom Dinsley, Richard Gilbert y Kenneth Sitzberger.
Pero ya, ya se vislumbraba el trágico desenlace.

Ofelia Botella:
- Desde esos años Juan padecía de los nervios. Había tenido que enfrentar un gran número de presiones: primero, su carrera, muy difícil; después, los clavados, en los que tenía que sobresalir para seguir contando con la beca en Ohio State y también las constantes peticiones de que se convirtiera en ciudadano estadunidense hicieron mella en él. Casi no dormía, estudiaba todo el día y al mismo tiempo trabajaba y planeaba sus competencias. Eso fue demasiado para él y le entró como un agotamiento nervioso -"entraba en profundos estados de depresión", dirá su amigo Jorge Telch'-.
En tal virtud, mis padres se opusieron a que siguiera en Columbus y a principios de 1964 decidieron traerlo nuevamente a México. Por esa razón no participó en el torneo selectivo para los Juegos Olímpicos de Tokio. Terminó sus estudios en Ohio State y volvió de inmediato.
Ya en México, Juanito fue tratado médicamente y después decidió volver a los clavados.


Jorge Telch:
Fue increíble!... Juan dejó de tirarse como seis meses y sin mayor problema, volvió para ganar el campeonato nacional en la alberca del Politécnico. Sucedió en octubre de 1965, en una competencia dentro de la I Semana Internacional, previa a los Juegos Olímpicos de 1968. Juan nos ganó a Pepe Robinson y a mí en el trampolín; nadie lo imaginaba entonces, pero esa sería la última competencia oficial en la vida de Juanito Botella.

Prosigue Telch, hoy convertido en cirujano dentista:

- Eran tales sus cualidades, que siempre buscó la superación. Si había un clavado de tres vueltas, él buscaba las cuatro. Algo que le apasionaba era la mecánica de los clavados, el paso del saltador en la tabla. Para él, que tendía a engordar, no significaba mayor problema ejecutar los saltos. Incluso, se molestaba cuando le preguntaban si para un clavadista no era necesario tener mayor corpulencia, más musculatura. Él contestaba: "lo que se requiere es saber caminar en la tabla e impulsarse en el momento preciso". Y ya empezábamos a trabajar en la elaboración de un libro en el que, a través de fotografías, se explicara la mecánica de cada salto.
Pero sucedió algo que cambió radicalmente sus planes. Lo relata el arquitecto Campero:
En Estados Unidos, Juan terminó la carrera de arquitectura. Sólo le faltaba la tesis para obtener el título, pero entonces ocurrió lo insólito: en la UNAM se negaron a revalidarle sus estudios. Juan tuvo que volver a empezar. Esto le afectó muchísimo. Le parecía inconcebible que aquí no se le reconocieran sus estudios; sin embargo no protestó y se metió a la escuela. Allí tuvo que soportar, inclusive, a aquellos maestros a quienes fascina retar a los alumnos: "si eres tan bueno en los clavados, ahora me lo demuestras aquí, en arquitectura". Pero él salió siempre adelante. Lo aprendido en Estados Unidos y su dedicación las 24 horas de cada día hicieron de él un estudiante ejemplar.

Jorge Telch:
-Después de aquella competencia en 1965 y de lo sucedido en la UNAM, cambiaron los objetivos de Juan. Ya acudía esporádicamente a ejecutar unos saltos; lo primordial para él era terminar su carrera y acabar, también, el libro. Decía que era como dejar un legado a las nuevas generaciones.

Lograría lo primero: en 1969 terminó nuevamente sus estudios. La muerte lo sorprendió cuando elaboraba su tesis.
Tenía apenas 29 años de edad.

Ofelia Botella:
- Juan vivió intensamente. Su muerte nos afectó a todos. Porque fue buen hijo, buen hermano, gran amigo, magnífico estudiante y un excelente clavadista. Fue, en tan corto tiempo, un hombre brillante; un hombre que entró a la historia por méritos propios.

Fuente:

Medallistas Olímpicos mexicanos.
Comisión nacional del Deporte. Portal: Actívate ya.
Enero de 2004.

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