“Mmmm…. ¿cómo le haré para que me quede así?”, se pregunta Roxana y dentro siente una mezcla entre decepción y enojo, se mira fijamente en el espejo y piensa: “Pero si seguí todas las instrucciones”, tiene el cabello entre sus manos y se lo revisa.

De pronto se abre la puerta y aparece Gaby, su mejor amiga.

—¿Y ahora tú qué haces? —pregunta Gaby intrigada de ver a Roxana frente al espejo.

—Nada, aquí traumada —responde Roxana con un tono de hastío.

—¿Traumada?, ¿y eso?, ¿te salió un grano en la nariz o qué? —dice Gaby bromeando.

—¡Ni lo digas!, sabes que odio los granos y las espinillas.

—Eres una exagerada —dice Gaby riéndose un poco. Se acerca al espejo, y toma una caja del mueble que está a un costado—, ¿y esto?

—Es mi nuevo tinte.

—¡Órale con el color!

—Ash —dice Roxana y se deja de ver en el espejo, camina hacia la cama y se avienta bocabajo sobre ella.

—¡Pues qué te pasa! —pregunta Gaby ya un poco intrigada.

 

Roxana se voltea y se sienta. Toma un poco de aire y dice:

—Me compré ese tinte para pintarme el pelo del

mismo color que ella —y señala el póster de su artista favorita que tienen pegado en la pared.

—Mmmmm…. —se queda pensativa Gaby por unos minutos, luego dice— pero el tu cabello no es igual que el de ella, ¿o sí?

—¡Pues no y ese es el problema!, convencí a mi mamá hasta que me compró el tinte que anuncian en la tele y que se supone es el que ella usa, pero me lo puse, y créeme ¡seguí todas las instrucciones, y nada!, mi cabello no se ve como el de ella —dice esto y se deja caer nuevamente en la cama—, y no sabes como me choca, no sé, me enoja, me frustra, me desespera.

—¡No inventes es sólo un tinte!, además, —y Gaby trata de ordenar sus pensamientos y se sienta en la cama junto a Roxana— a ver, ¿a poco en serio te gusta ese color de cabello?, y peor aún ¿crees que te va a quedar bien ese color de cabello?

—Bueno, —y Roxana hace una pequeña pausa—, es que no es tanto si me gusta o no, más bien es que es el color de moda, ¡ella está de moda y es lo más cool!, y yo quiero ser cool como ella.

—Roxy pero ella no es así de verdad, ¿o crees que sí?

—¡Claro que sí!, porque crees que es distinta, es guapísima, se maquilla increíble, mi hermana dice que su amiga Nina sabe maquillarse igual, yo le dije que ojala y me pudiera enseñar.

—Pero si a nosotras ni nos dejan maquillarnos.

En la escuela no, pero imagínate en la fiesta de cumpleaños de Renata que yo llegue como si fuera ella, el peinado, el maquillaje, la ropa, ¡y claro, el cuerpo!

—¿El cuerpo?, de qué hablas, seguro está bien flaca.

—Está perfecta Gaby, tienes que reconocerlo, está guapísima, tiene estilo, es cool y todas quieren ser como ella, bueno, corrijo, ¡todas queremos ser como ella!, —se emociona— es un ejemplo de perfección, ¿no lo crees?

—No sé, no creo que sea ¡perfecta! —y Gaby pone énfasis en la palabra—, y pues ¿ve tú a saber cómo es en realidad?

—¡Ay cómo va a ser!, pues así —y Roxana se levanta rápidamente de la cama y trae una revista— ¡mírala!, con el cuerpo perfecto, y ni qué decir del cutis —se sienta junto a Gaby y abre la revista para que la vean juntas—, te das cuenta ¡en su vida debe haber tenido un solo grano en la cara!, para tener ese cutis seguro no pasó por el acné.

—Jajaja seguro la maquillan muy bien para que no se le vean las imperfecciones, nadie es así con la cara lavada.

—Claro que sí, las chavas que salen en la tele o en las revistas seguro ganan muchísimo dinero y tienen para ponerse toda clase de tratamientos y cremas para verse así recién levantadas, y bueno, también está que uno nazca así, ¿no?, deben haber sido lindas desde chiquitas.

—¿En verdad crees que son naturalmente así?, no se te ocurre que se ven así por el maquillaje y la ropa —pregunta Gaby verdaderamente confundida.

—A mí me gusta mucho cómo se ve. Creo que está perfecta, delgada, alta —explica emocionada Roxana— ¡su cabello es increíble!, no sólo el color, sino la manera en que se lo arregla, la forma en que se maquilla, con ese color negro alrededor de sus ojos, su nariz… en fin, ¡todo!

 

—Gaby la mira sorprendida, no comprende la fascinación de Roxana por esa chica de la revista, no cree que sea correcto que se esfuerce tanto en parecerse a ella.

—¿Qué piensas que te quedaste callada? —le pregunta Roxana a Gaby.

—Es que tú siempre estás diciendo que te quieres parecer a ella, y la verdad es que no te entiendo, ¡estás obsesionada!

—No es obsesión, es sólo que yo quiero verme muy bien, quiero que todos me vean y piensen que soy lindísima y además que estoy a la moda, osea, que me veo muy bien.

—¿Verte bien?, y para verte bien tienes que parecerte a una chava en una revista.

—Ay Gaby, es que yo solita no tengo tan buen gusto para la ropa, y tengo que aceptar que físicamente no estoy ¡tan bien! —y pone énfasis en su expresión—, mi nariz no es la más bonita, mis ojos están súper chiquitos, no me gustan mis piernas, ni mi abdomen —suspira—, total que hay muchas cosas que tengo que cambiar para verme tan bien como ella.

—Caray, ¿en serio crees que estás así de mal?

—Pues sí, ¿por qué te sorprende tanto?

—Pues no me sorprende que quieras verte mejor, todas queremos vernos bien, lo que me sorprende es tu obsesión por parecerte a alguien de una revista, me pregunto ¿en serio quieres cambiar todas esas cosas?, ¿no te gusta ser tú?