Recibí tu libro. Muchas gracias por el envío. Lo acabo
de leer. Es magnífico: una verdadera novela. Simple y concentrada,
a un tiempo llena de secreta piedad e inflexible y rigurosa. Es
admirable que con un tema como el de la "nada" que
últimamente se ha prestado a tantos ensayos, buenos y malos,
de carácter filosófico hayas podido escribir
un libro tan vivo y tierno. También lo es que logres crear,
desde la intimidad "vacía" de tu personaje, todo
un mundo el mundo nuestro, el de la pequeña burguesía.
¿Naturalismo? No, porque las reflexiones de tu héroe,
siempre frente a la pared de la nada, frente al muro del hecho bruto
y sin significación, traspasan toda reproducción de
la realidad aparente y nos muestran la conciencia del hombre y sus
límites, sus últimas imposibilidades. El hombre caminando
siempre al borde del vacío, a la orilla de la gran boca de
la insignificancia (en el sentido lato de esta palabra). Y aquí
deseo anotar una reflexión al vuelo: literatura de gente
insignificante un empleado, un ser cualquiera, filosofía
que se enfrenta a la no-significación radical del mundo y
situación de los hombres modernos ante una sociedad que da
vueltas en torno a sí misma y que ha perdido la noción
de sentido y fin de sus actos: ¿no son estos los rasgos más
significativos del pensamiento y el arte de nuestro tiempo? ¿No
es esto lo que se llama el "espíritu de la época"?.
Rescatar
el sentido de la historia (personal o social, vida íntima
o colectiva), enfrentar la creación a la muerte, la ruina,
el parloteo y la violencia: ¿no es una de las misiones del
artista? Eso es lo que tú has realizado en El libro vacío
(más allá de las imperfecciones o debilidades que
los diligentes críticos encuentren en tu obra). Pues, ¿qué
es lo que nos dice tu héroe, ese hombre que "nada tiene
que decir"? Nos dice: "nada", y esa nada que
es la de todos nosotros se convierte, por el mero hecho de
asumirla, en todo: en una afirmación de la solidaridad y
fraternidad de los hombres. Y así, un libro "individualista"
resulta fraternal, pues cada hombre que asume su condición
solitaria y la verdad de su propia nada, asume la condición
fatal de los hombres de nuestra época y puede participar
y compartir el destino general.
Y
ahora quiero confiarte algo personal: la imposibilidad de escribir
y la necesidad de escribir, el saber que nada se dice aunque se
diga todo y la conciencia de que sólo diciendo nada podemos
vencer a la nada y afirmar el sentido de la vida, yo también,
a mi manera, lo he sentido y procurado expresarlo en muchos textos
de ¿Aguila o Sol? y en algunos poemas de otros libros.
No digo esto por vano afán de precisión literaria
sino por el simple placer de señalar una coincidencia. Ahora
que reina en tanto espíritu la discordia y la ira divisoria,
es maravilloso descubrir que coincidimos con alguien y que realmente
hay afinidades entre los hombres. Creo que los que saben que nada
tienen lo tienen todo: la soledad compartida, la fraternidad en
el desamparo, la lucha y la búsqueda.
Gracias
de nuevo por El libro vacío, lleno de tantas cosas,
tan directo y tan vivo.