Nombre del volcán:
Jorullo


Fase de actividad (según la intensidad de su actividad)

Inactivo

Fecha de erupción


29 de septiembre de 1759, la última fue en 1774


Tipo de volcán (según su erupción)


Hawaiano.

 


País y ciudad


México. Límite de Michoacán con Guanajuato, Valle de Santiago.


Altura


1, 820 m.

Clima/Temperatura


Clima semicálido subhúmedo y templado subhúmedo con lluvias en verano. Temperatura media anual 16-20 oC. Precipitación total anual 700-1 000 mm.
Entre 17° y 20° centígrados.

Flora


Pino, encino, oyamel, madronio.

Fauna


Águila, búho, venado, tlacuache.

Población


Principales poblados: Valle de Santiago, Acámbaro

Características Económicas


Extensas zonas de rica producción agrícola y desarrollo industrial; agricultura de riego y temporal, obtención de materiales (grava y arena) para la industria de la construcción, pesca y turismo.

Políticas


Modificación del entorno: la vegetación natural de la cuenca ha sido prácticamente sustituida por la práctica agrícola de temporal y de riego, por la alta densidad de población y la extracción masiva de leña. La combinación de las alteraciones humanas con épocas de sequía severa, han llevado a la degradación o desertificación (erosión y salinización de suelos) generalizada de la cuenca. Preocupa la fuerte desforestación yla sobreexplotación de los mantos freáticos.

Conservación: dada la cercanía de los volcanes cráter con la zona urbana de la ciudad del Valle de Santiago, se necesita elaborar un plan de conservación de las hoyas, promoviendo aspectos turísticos y evitando el desarrollo urbano orientado hacia los volcanes-cráter. Se desconoce por completo las características químicas del agua y la biota de los volcanes-cráter.

Sociales


El idioma común es el castellano con algunos modismos regionales de uso frecuente, estos modismos provienen de los idiomas indígenas que se hablaron anteriormente siendo el tarsco y el otomi los dominantes.

Leyenda


Leyenda del Jorullo

1759-1909

En 1759, en la Tierra Caliente de Michoacán, al Occidente del Virreinato de la Nueva España, apareció un nuevo fenómeno volcánico, alejado de las costas que atrajo la atención de numerosos científicos, entre geólogos, vulcanólogos y naturalistas que visitaron el lugar para hacer registros de sus características y evolución. Unos se interesaron en el proceso de devastación que produjo el volcán en las tierras de la vieja hacienda de San Pedro Jorullo y sus alrededores, otros en las alteraciones ecológicas y climáticas y otros más estudiaron el papel de la flora y la fauna en la restauración del paisaje. Después de la erupción y durante su etapa de crecimiento, en 1764, el volcán fue visitado por fray Francisco de Ajofrín, un religioso capuchino a quien se deben las primeras descripciones científicas y gráficas del Jorullo. Más adelante, fue visitado por el Intendente de Valladolid José Antonio Riaño y los minerólogos Franz Fisher y Samuel Schröeder, más adelante por José Mariano Mociño y Alejandro von Humboldt, quienes hicieron registros y levantaron croquis del cono volcánico y los escurrimientos de lava.

EL VOLCÁN JORULLO
El sitio de Jorullo, hacia el siglo XVIII era un llano llano, incluyendo varios campos altos cultivados, donde instaló su granja Pedro di Jorullo. El llano fue regado por dos ríos pequeños, el Cuitimba y el San Pedro, y fue limitado por las montañas integradas por basalto --las únicas indicaciones de la acción volcánica anterior. Estos campos eran de entre los más fértiles del país, produciendo cosechas abundantes de la caña de azúcar y del añil.

En el mes de junio de 1759, los cultivadores de la granja comenzaron a ser perturbados por los ruidos subterráneos extraños de una clase alarmante, acompañados por los choques frecuentes del terremoto, que continuaron casi un par de meses; pero cesaron luego enteramente, de modo que calmaran a los habitantes del lugar en seguridad.

La noche del 29 de septiembre, sin embargo, los ruidos subterráneos fueron renovados con mayor intensidad que antes, la tierra se sacudió seriamente. Los criados indios que vivían en el lugar salieron de sus camas en terror, y huyeron a las montañas vecinas. Por lo tanto mirándolos sobre la granja de su amo, junto a una región de tierra que mide entre tres y cuatro millas cuadradas, en el medio de las cuales estaba parado, como si hubiera sido inflada de debajo como una vejiga, surgió lo inimaginable. En pocos minutos los bordes, que apenas se levantaban 39 pies de la superficie original, alcanzó una altura de almenos 524 pies.

Los indios que presenciaron este fenómeno extrañados declararon que vieron las grandes nubes de cenizas, iluminadas por los fuegos volcánicos que brillaban intensamente debajo de ellos y se levantaron en varias puntas, que las piedras blanco-calientes fueron lanzadas a una altura inmensa. Los dos ríos pequeños antedichos se hundieron, sus aguas, en vez de extinguir la conflagración subterránea, se parecían agregar solamente a su intensidad. Las cantidades de fango, envolviendo bolas del basalto, entonces fueron lanzadas para arriba, y la superficie de la tierra elevada se tachonó con los conos pequeños, de los cuales los volúmenes del vapor denso, cuecen al vapor principalmente, fue emitida, algunos de los jets a partir los 20 a 30 pies de levantamiento en altura.

A estos conos, los indios llamaron hornos, y muchos de ellos oían un ruido subterráneo que se asemejaba al del agua que hervía enérgicamente. De en medio de esos hornos se lanzó encima de seis elevaciones más grandes, el ser más alto 1.640 pies sobre el nivel del llano, 4.315 sobre nivel del mar, y ahora constituía el volcán principal de Jorullo. Las cenizas fueron transportadas a las distancias inmensas, algunas de ellas caían en las casas de Queretaro. El volcán continuó en este estado de actividad enérgica cerca de cuatro meses; en los años siguientes sus erupciones llegaron a ser menos frecuentes.

Virtualmente bajo pies del granjero, un volcán era llevado. Pulido y el puñado de otros testigos huyeron. Por la mañana próxima, cuando él volvió, el cono había crecido a una altura de 30 pies y " lanzaba fuera de rocas con gran violencia." Durante el día, venido creció otro 120 pies. Que noche, las bombas incandescentes soplaron más de 1.000 pies para arriba en la oscuridad, y una masa del slaglike de la lava rodó sobre los campos de maíz de Pulido.

El mundo científico estaba casi según lo atontado como el granjero desgraciado mismo por el aspecto repentino del volcán. Alrededor del mundo, las erupciones volcánicas son ordinarias, pero el nacimiento de un volcán enteramente nuevo, marcado por la llegada en la superficie de la tierra de un respiradero distinto del compartimiento del magma, es genuino raro. En Norteamérica, solamente dos volcanes nuevos han aparecido en épocas históricas. Uno de ellos era Jorullo de México occidental, llevado en 1759 unas 50 millas de sureste de la característica de Dionisio Pulido. El segundo, llevado cerca de 183 años más adelante en el campo de Pulido, fue nombrado Paricut3in para una aldea próxima que destruyó eventual.

Paricutín y Jorullo ambos se levantaron en un área sabida para sus volcanes. Llamó la correa volcánica mejicana, los estiramientos de la región cerca de 700 millas del este al oeste a través de México meridional. Los geólogos dicen que la actividad eruptiva depositó una capa de la roca volcánica unos 6.000 pies gruesos, creando una meseta alta y fértil. Durante meses del verano, las brisas humedad-moisture-laden del gancho de las alturas del Océano Pacífico; las tierras de labrantío ricas, alternadamente, han hecho esta correa la región más populosa de México.

Bibliografía y/o fuentes de información
Atlas de México, Enciclopedia Selecciones, Enciclopedia Encarta, C D's La Tierra.


Otoño 99

 

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