El Herido
Para la libertad sangro, lucho, pervivo,
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol camal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
Ahora leamos dos poemas autobiográficos (Del pasado efímero y Retrato) del escritor sevillano Antonio Machado, en los dos textos nos brinda una descripción de él y nos deja ver sus pensamientos y sentimientos en dos tiempos distintos de su vida.
Al finalizar los invitamos a escuchar algunos poemas de Antonio Machado que han sido musicalizados.
Videos:
Del pasado efímero
Retrato
Proverbios y cantares
Si quieren leer el texto
Del pasado efímero
Este hombre del casino provinciano
que vio a Carancha recibir un día,
tiene mustia la piel, el pelo cano
ojos velados por melancolía
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la orquendad de su cabeza.
Aún luce de corintio terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado,
y un cordobés color de caramelo
pulido y torneado.
Tres veces heredó y tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Sólo se anima ante el azar prohibido
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero
la suerte de un tahúr o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.
Bosteza de políticas banales
dicterios al gobierno reaccionario
y augura que vendrán los liberales
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, de cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira
pensando en su olivar, al cielo mira
con ojos inquietos si la lluvia tarda.
Lo demás, taciturno, hipocondríaco
prisionero de la Arcadia del presente
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer, ni es de mañana
sino de nunca; de la cepa hispana.
No es el fruto maduro, ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido
esa que hoy tiene la cabeza cana.
Retrato
(en Campos de Castilla)
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Para la tercera actividad vamos a conocer un texto importante en la literatura histórica del mundo. Ana Frank se ha convertido en un ícono de la esperanza que en medio de la desolación de la Holocausto (durante la Segunda Guerra Mundial), realizó un texto lleno de vida en el que nos compartió sus pensamientos y anhelos mientras se encontraba escondida con su familia.
Galería:
Los invitamos a revisar la galería de fotografías, AQUÍ.
Diario (fragmento)
Actividad 4: Escribe un poema
En esta etapa hemos revisado y reflexionado sobre textos en los que los autores nos han compartido sus pensamientos y sus miedos; también nos permitieron mirar a través de sus voces algunos momentos históricos importantes en distintas latitudes y tiempos.
Ahora llegó nuestra oportunidad. Hagan un texto en el que muestren sus pensamientos, sus ideas y opiniones; lo que sienten, lo que temen. Déjenos conocerlos, como a Machado, Hernández y Frank, a través de sus palabras.
FORO
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