Los rituales navideños y el muérdago

 

La conmemoración de las fiestas es parte esencial de la tradición ritual universal. Como primera instancia las fiestas son festividades atemporales en donde se le da paso al mito y al rito de renovación que encierran aspectos emotivos y simbólicos; es cuando el hombre revive el pasado en el presente.

Desde épocas remotas los pueblos más diversos celebraron rituales y fiestas tradicionales relacionadas con el sol y la fertilidad, se evocan la prosperidad que debe traer para el siguiente periodo, además de celebrar los nacimientos, a los vivos y a los muertos, se dejan atrás las obligaciones cotidianas para dar paso al rito de renovación en el que participa toda la comunidad, en una cierta conciliación social, espacio en donde se olvidan, por cierto tiempo, los antagonismos sociales marcados.

Existe un calendario que desde las épocas más remotas se ha seguido para llevar a cabo estos ritos, sobre todo en los solsticios y equinoccio. El hombre arcaico, y el moderno en menor medida, pensó que existían momentos sagrados en donde sobrevenía una apertura en el axis mundim, (eje del mundo), el eje de conexión entre la tierra y el cielo en donde se abría un orificio por donde pasaba el invisible eje cósmico, que en el tiempo normal del año se mantiene herméticamente cerrado; abertura por medio del cual la existencia se comunica entres sí, y fluye entre ellos la gran energía renovadora del universo. Estos momentos son propicios para que el hombre se renueve; esa es la concepción de ciertas fiestas y prácticas rituales, Mierce Eliade explica: "Todo microcosmos, toda región inhabitada, tiene un centro; esto es, un lugar que es sagrado por encima de todo".

Se relata que algunos de los momentos calendáricos se abre el gran orificio cósmico, espacio en los que es posible imbricarse en ese campo energético, estos momentos son por ejemplo los solsticios y equinoccios, el Año Nuevo, el momento del ciclo del Carnaval y el de la Semana Santa pagana, así como los instantes más importantes de la siembra y la cosecha.

Estas formas de rito los conocemos porque se han ido celebrando en el transcurrir del tiempo y es así como han llegado hasta nosotros historias referentes a este tipo de ceremonias. Se cuenta que los celtas en los solsticios invernales recogían el muérdago, una planta sagrada a la que le atribuían maravillosas virtudes curativas; con esta planta se realizaban adornos que colocaban en sus casas con el fin de proteger a sus moradores de espíritus maléficos y evitar visitas indeseadas, costumbre que se adoptó y se extendió como la de colocar unas ramitas en las entradas de las casas, un lugar de intercambio de besos con las visitas que llegaban, fue así que se creó esa vinculación entre el beso y el muérdago ya que muchas personas asocian esta planta con la costumbre navideña de besarse debajo de ella para conseguir amor eterno o iniciar una relación. Adquirir un ramillete de muérdago para nuestras casas, estamos llevando un símbolo de regeneración y restauración de la familia y del hogar.

Según la tradición, el muérdago se tiene que regalar, y una vez en casa se ha de colocar cerca de la puerta de entrada para que no pasen malos espíritus. Al año siguiente éste tiene que quemarse y sustituirse por uno nuevo el que también tiene que ser regalado. Y así cada año.

Esta costumbre de ir a recoger el muérdago el 24 de diciembre y utilizarlo como adorno, quedó prohibida en los principios de la era cristiana por parte de la iglesia. Será hasta el 601, con el Papa Gregorio el Grande, el que permitió que las iglesias se adornaran con coronas y ramas de árbol como el del ciprés, el pino y el abeto, ya que estos árboles aludían a la sacramentalidad de la vida y su eterno retorno.

Antiguamente las plantas y lo verde representaron la fertilidad y la regeneración del cosmos. Algo semejante simbolizan los elementos rojos éstos hacen relación a la renovación de la vida,con respecto al renacimientos del sol durante el solsticio. Por ello estos dos colores siempre estarán presentes en estas fechas decembrinas.

Una planta más que se utilizaba para adornar es el acebo, un arbusto de hojas erizadas de púas, produce bayas escarlata, que con el tiempo habría de simbolizar respectivamente las espinas de la corona y sangre de Cristo. Entre los pueblos paganos, la corona entretejida de estos materiales simbolizaba la victoria de la muerte y el proceso cíclico de éste y la vida, (Dios invicto ante la muerte homenajeado a fin de año).