El árbol Navideño

 

¿De dónde proviene la costumbre del árbol de Navidad? La mayoría piensa que el poner un árbol de navidad no es una costumbre mexicana y con frecuencia se supone que es una costumbre de origen norteamericano. La mayoría estamos equivocados, la costumbre proviene de la combinación de varias leyendas y tradiciones muy antiguas entre la que se encuentra la nórdica y otras más remotas a través de los tiempos.

Recordemos que ciertos tipos de pinos han simbolizado desde la antigüedad, el ciclo infinito de la naturaleza y la renovación eterna de la vida tanto estacional como sideral. Simbolizan también la victoria de la luz sobre las tinieblas invernales, la fertilidad humana que triunfa sobre la helada muerte. Con frecuencia, dichos árboles aparecen como ejes que sostienen los tres planos del universo: el inframundo o lugar de los muertos, el mundo de los humanos y el de los dioses, los árboles rigen el devenir de las estaciones y de los procesos naturales.

Entre las múltiples cosas que se relatan respecto al origen del árbol de Navidad, existe una que parece muy cruel y que nos llega de los teuones. Se dice que durante las fiesta invernales los teutones sacrificaban a un niños bajo un gran pino en lo más oscuro del bosque en honor de Wotán, esto fue así, hasta el siglo VIII que San Bonifacio logró evangelizar a la tribu, convenciéndolos de que en lugar de hacer ese tipo de sacrificios se cortara un árbol y lo llevaran a casa para celebrar los ritos solsticiales en compañía de los niños quienes rodeaban al árbol y le ofrecían pequeños presentes.

Otra variante del árbol de Navidad, nos llega de Noruega, en donde los niños son los que pone un arbolito para los pajaritos para darles de comer. Se dice, por ejemplo, que Lutero impulsó la costumbre navideña la de poner un árbol, que en Alemania se le decoraba con velitas, y será mucho tiempo después, en Estrasburgo, en donde apareció un árbol con adornos como hoy los conocemos, y fue así como esta tradición empezó a extenderse por el centro de Europa, llegará a Bohemia y de ahí pasa a los Estados Unidos (Pensilvania) a finales del siglo XVIII a través de una secta morava, (Bohemia) que emigró a ese lugar; de Alemania pasará a Inglaterra en el siglo XIX, así como a Francia.

El primer árbol que llegó a México fue con los primeros prusianos que establecieron relaciones diplomáticas con nuestros país (Segundo Imperio) quienes colocaban el árbol cerca de las ventanas para compartirlo con sus vecinos, está tradición se olvidó después de terminara la aventura imperial de Maximiliano por considerar algo europeo y se tuvo que esperar a que los vecinos del norte volvieran a popularizarlo a fines del siglo XIX. El árbol es un bello signo universal que debemos cultivar sin prejuicios.