Madrigal
Mi
beso era una granada,
profunda y abierta;
tu boca era rosa
de papel.
El
fondo un campo de nieve.
Mis
manos eran hierros
para los yunques;
tu cuerpo era el ocaso
de una campanada.
El
fondo un campo de nieve.
En
la agujereada
calavera azul
hicieron estalactitas
mis te quiero.
El
fondo un campo de nieve.
Llenáronse
de moho
mis sueños infantiles,
y taladró a la luna
mi dolor salomónico.
El
fondo un campo de nieve.
Ahora
maestro grave
a la alta escuela,
y mi amor y a mis sueños
(caballito sin ojos).
Y
el fondo es un campo de nieve.
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