Elegía
(dos fragmentos)*


A un compañero muerto
en el frente de Aragón

I

Has muerto, camarada,
en el ardiente amanecer del mundo.

Y brotan de tu muerte
tu mirada, tu traje azul,
tu rostro suspendido en la pólvora,
tus manos, ya sin tacto.

Has muerto. Irremediablemente
Parada está tu voz, tu sangre en tierra.
¿Qué tierra crecerá que no te alce?
¿Qué sangre correrá que no te nombre?
¿Qué palabra diremos que no diga
tu nombre, tu silencio,
el callado dolor de no tenerte?

Y alzándote
llorándote,
nombrándote,
dando voz a tu cuerpo desgarrado
labios y libertad a tu silencio,
crecen dentro de mí,
furiosamente me alzan,
otros cuerpos y nombres,
otros ojos de tierra sorprendida,
otros ojos de árbol que pregunta.

-
 
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