Una
de las preocupaciones del ser humano a través de la historia
es y ha sido la de prevenir y atacar enfermedades, de ahí la
necesidad constante de solucionar dichos problemas enfrentándose
a éstos.
Es
el caso de Carlos León de la Peña Gavilán quien
nace el día 26 de septiembre de 1890 en la ciudad de Durango;
hijo del químico farmacéutico Carlos León de la
Peña Asúnsulo y de la señora doña Petra
Gavilán, familia muy conocida y estimada en la ciudad.
Descendiente
de una familia ilustre, el doctor de la Peña estudió la
primaria en la escuela más importante de la localidad y pasó
al Instituto Juárez donde cursó la secundaria y preparatoria
con brillantes calificaciones.
Sintiendo
muy dentro la vocación para el estudio de Ciencias Biológicas,
se trasladó a la capital de la República para ingresar
a la Universidad Autónoma de México, donde en brillante
examen profesional que sorprendió a maestros y condiscípulos,
se tituló como Químico Farmacéutico el día
9 abril de 1913. Su sed de conocimientos y propósitos de superación,
no se mitigaron con la obtención de ese título y continúo
los estudios en la misma Institución para recibir el título
de Médico Cirujano el 21 de marzo de 1917.
Regresó
a sus dos profesiones a la Pela del Guadiana, tierra que tanto amó,
donde adquirió un gran prestigió como médico y
farmacéutico y se hizo respetar por la gente del pueblo, porque
tenía la particularidad de conceder la consulta y la medicina
de manera gratuita cuando advertía que el enfermo era de bajos
recursos.
En
el año de 1921 se trasladó a la ciudad de París,
donde permaneció por espacio de un año, haciendo un posgrado
sobre Neurología, colocándose de esta manera, entre los
pocos médicos especialistas que en esa época existían
en México.
A
su regreso a Durango, inició una serie de estudios sobre el piquete
de alacrán, habiendo observado desde su niñez que éste
causaba un gran número de defunciones anualmente en la población
e intentaría buscar una solución.
Por
los años de 1925 y 1926 en colaboración con el doctor
Isauro Venzor, intensificó sus estudios e investigaciones, llegando
felizmente al descubrimiento del suero antialacránico que desde
entonces ha salvado tantas vidas en Durango, México y otras partes
del mundo.
En
el informe que los dos médicos presentan en la Segunda Convención
Médica celebrada en Torreón, Coahuila, en septiembre de
1913, narran su descubrimiento de la siguiente manera: "El número
de defunciones causadas por las picaduras de alacrán durante
un periodo de 36 años, desde 1890 hasta 1926 fue de 1610 que
da un promedio de 44 defunciones por año. Datos que verdaderamente
nos alarmaban..."
Antes
de comenzar a usar el suero antialacránico en la especie humana
creyeron conveniente remitir una muestra del suero al Instituto de Higiene
de la ciudad de México para su control, por ser ese, el establecimiento
científico idóneo para juzgar el trabajo. El estudio fue
hecho por el entonces Director, doctor Sozaya, de conocida competencia
de Serología. Sus conclusiones respecto a la eficiencia del suero
en animales de laboratorio fueron exactamente los mismos a la que los
doctores de la Peña y Venzor habían llegado. Entonces
se decidieron a aplicarlo en las personas.
La
gran aportación científica a la humanidad se realza todavía
más cuando se advierte que al registrar o comercializar este
descubrimiento que le hubiera producido una fortuna, en un gesto grandioso
y altruista, de acuerdo con el doctor Venzor, donaron su descubrimiento
al Gobierno de México para que éste, a través de
la Secretaría de Salubridad y Asistencia lo dedicara a salvar
vidas humanas.
Fue
tan honesto el doctor Carlos León de la Peña en sus actos,
que la primera vez que probó el suero antialacránico,
lo hizo con una medicina no experimentada en humanos. Para fortuna suya
y del mundo, le salvó la vida.
En
1926 el doctor de la Peña Gavilán fue director del Hospital
Civil de Durango; en 1927, recibió del Gobierno de la República
la distinción de ser nombrado Primer Delegado Sanitario Federal
en el Estado de Durango, constituyéndose en el fundador de los
Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia, ahora Centro de Salud,
de la Secretaría de Salud.
En
el año de 1937, en atención a su prestigio profesional
y labor médica realizada en Durango y en México, recibió
la distinción como Miembro de la Academia Mexicana de Cirugía,
acto que tuvo lugar en la ciudad de México y donde presentó
el trabajo titulado "Heridas Penetrantes de Vientre por Armas
de Fuego", estudio que publicó la Academia y fue objeto
de felicitaciones.
Murió
el doctor Carlos León de la Peña Gavilán el 17
de septiembre de 1947 en la ciudad de Durango, Dgo. La sala de operaciones
del demolido Hospital Civil llevó su nombre. El Centro de Salud
que funciona en la capital del Estado se denomina "Carlos León
de la Peña", una importante y céntrica calle de la
ciudad lleva el nombre de tan distinguido duranguense y su nombre está
inscrito con letras de oro en el Congreso de la Legislatura Estatal.
Durango,
su tierra y la comunidad estudiantil de la Escuela Secundaria Técnica
No. 1, le rinden homenaje con este modesto trabajo.
Conclusión
Al
estudiar siempre a un personaje histórico, nos deja un legado
importante para nuestro acervo cultural, sobre todo si se trata de una
figura de nuestro estado.
De
la obra del doctor de la Peña Gavilán se pueden rescatar
varios puntos importantes como el amor a su profesión, a la preparación
misma y constante, su gran interés por ayudar a las personas
de bajos recursos económicos y, sobre todo, la gran aportación
al mundo de su descubrimiento médico.
Los
reconocimientos y homenajes que haya recibido, son pocos comparados
con el esfuerzo y trabajo que el doctor incansablemente llevó
a lo largo de su vida.
La
humanidad entera, México y nuestro querido Durango le estaremos
siempre agradecidos.